Los resultados de las PASO pusieron de manifiesto quien hace tracción de votos para el oficialismo. El despliegue de la campaña afirmó y afirma día tras día que es el conductor político provincial la única figura convocante y con cierto poder aun como para unir fuerzas detrás de las filas del partido. Sin embargo, se escuchan voces irritadas que no pueden esconder el malestar por las decisiones respecto de las listas conformadas. Y los resultados esperados para la próxima elección son inciertos pero amenazan con causar aún más daño dentro de un partido que de improvisto se pone a prueba.
El discurso
del gobernador de los últimos días expresa haber entendido que la arena
política esta “movediza” y que los ánimos caldeados pueden generar peores
resultados que los recogidos las elecciones pasadas, por ello solicita apoyo,
pide lavar trapitos puertas adentro, refiere a la oposición como “la nada”,
enuncia que son el ala neoliberal de la economía que viene a intentar acabar
con los logros en materia social y económica conseguidos, intenta mostrar unión
y unidad dentro del movimiento. El llamado a defender el modelo habla
ciertamente de la necesidad de hacerlo.
En el medio
suenan rumores de todo tipo y tenor, mientras la proximidad de la fecha clave
parece evidenciar que la mejor –y la única posible – estrategia oficial es que
Insfrán se cargue la campaña y los candidatos al hombro, asegurando que el
ciclo aún no termina, aunque no parece haber un “elegido” para la continuidad
en 2015.
Creo, después
del 27 el partido deberá sentarse a evaluar los pasos a seguir, con más tiempo
y mayor detenimiento, porque las estrategias a mano esta vez dejaron sabores
muy amargos para los militantes, quienes deberían replantearse a sí mismos su
condición y qué hace cada uno de ellos para aportar a un espacio que necesita
hoy más que nunca su compromiso.
Porque el
poder otrora indiscutido del partido mayoritario en nuestra provincia hoy pasa
por un momento de trance, se plantea varios dilemas a discutir y resolver para
conservar su posicionamiento y coherencia interna. El poder también implica
consensos y se vienen tiempos de generar nuevos acuerdos.
No es el final
de un movimiento, éste sin dudas sobrevivirá a la historia, la crisis que vive el partido en las voces de
sus propios referentes no implica aquella conclusión, pero será necesario
zanjar hostilidades que no suman y generan contratiempos innecesarios para un
PJ que se pone a prueba en la arena electoral.
El gildismo habrá de repensar sus tácticas y el
tiempo dirá si se termina fraccionando o dividiendo aún más, pero estoy segura
de que hay justicialismo para rato..
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