El Partido Justicialista se arma y
unifica más con las conductas criticables y medidas polémicas del gobierno
nacional que por acciones propias. Sus mismas consignas, las de siempre, son puestas
en consideración tras un gobierno de doce años que acuñando simbolismos
justicialistas de manera oportuna, se consideró parte del movimiento, misma
gestión que persiste bajo la mirada de la justicia siendo investigada por
hechos de corrupción, malversación y depredación del Estado. “Administración
infiel” para restar dureza desde la palabra al significado siniestro que
esconde realmente el término.
A la consulta sobre ¿Quién
conduce el partido hoy? Podríamos decir que se ha elegido una fórmula de autoridades,
pero el “liderazgo” del movimiento no esta claro. Y es que el líder debe reunir
condiciones especiales, sobre todo en momentos de crisis.
Constituirse (o re constituirse)
en función de las diferencias con el adversario es una forma de establecer la
identidad para nada desdeñable. Sin embargo, no parece suficiente, no para un
partido político que supo ser tan significativo, con identidad popular
fuertemente arraigada, tanto que incluso quienes no rendían homenaje real a las
figuras de Perón y Eva de todas formas se embanderaban con el simbolismo a fin
de adquirir la legitimidad que la imagen siempre representa.
No obstante, esta forma de re
-identificarse en contraposición al adverso alcanza, mientras el gobierno nacional
“desatienda” su mirada social ya que es allí donde el PJ se refuerza y se apoya
para sacar la ventaja deseada. Un resquicio de claridad.
El PJ es un partido político con
fuerte identidad, históricamente innegable participación y sobre todo contundencia
social en lo que hace a la trayectoria política de nuestro país. Es un partido
político de gran influencia en la sociedad argentina. Pero hoy busca el
conductor que descolle, que lidere al mismo tiempo que conduzca.
Cuando conducir y liderar no se equilibran
queda una vacante demasiado importante por cubrir. No basta con enunciados
políticamente oportunos ni correctos. Liderar es una función esencialmente
política, que trasciende la conducción. Aunque por supuesto se complementan,
pero no son una y la misma cosa.
Por el momento -como era previsto-
el rol de oposición está siendo ocupado no sin conflictividad. Intentan
ajustarse a la situación de des -poder mientras deben jugar el papel dado en
las urnas y además de la reorganización interior -salvando las culpas y uniendo
con fórceps la propia grieta interna originada tras el gobierno kirchnerista-, está
la situación de juego de la gobernabilidad que en situaciones como las que
atravesamos de tal sensibilidad social como ahora respecto al ámbito político y
las conexiones de este con la corrupción son seguidas de cerca y analizadas con
mayor detenimiento y atención. Cada actitud o discurso es observado desde la
mirada crítica por parte de una sociedad que recuperó la voz el año pasado y
sentó el precedente a tener en cuenta: nadie
es dueño de los votos.
Depende de cómo juegue el PJ será
el resultado de un juego que da revancha, se trata de una gestión de gobierno
de la que dependen nuestros intereses ciudadanos en conjunto. Desde el lugar de
oposición también hoy se reclama responsabilidad y si la oposición no sabe
cumplirla en esos términos, difícilmente tenga aprobación y apoyo ciudadano.
Si el PJ no se muestra adepto a
la institucionalidad el costo político podría ser muy alto. Los discursos y
acciones deben demostrar estar a la altura de estas circunstancias y ser la
oposición constructiva que el pueblo reclama.
Hacia adentro definir
lineamientos, reparar los daños, posicionar al líder, mientras para afuera
mostrar unidad y sujeción a la conducción, más la actitud combativa pero
respetuosa de la “oposición responsable”. En la demostración de estas
cualidades se define el desenlace, el 2017 viene siendo el objetivo para
recobrar fuerzas. De ganar batallas se trata, hasta volver. Por ahora el “shadow gabinet” (gabinete en
las sombras) los mantendrá ocupados, en actividad, hasta regresar si ese es el
destino, al claro, a la cima, al poder que no conciben no tener y por ello es
que los ha alcanzado la penumbra de la desmoralización por la derrota.
Muchos nombres giran en torno a
los candidatos que vendrán, por ahora el juego está abierto, próximamente se irán
definiendo, asi como la necesaria situación del líder que conduzca efectivamente
el movimiento.
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