Es verdad que siempre hay rumores
de todo tipo, lo que los confirma o desecha es el inevitable paso del tiempo.
Sólo a la luz del mismo se definen realmente las situaciones y determinan los contextos,
con la confirmación o no de aquellos, con el desenlace. Lo cierto es que
también los rumores se construyen muchas veces desde la información y por
supuesto nunca deberían ser subestimados.
Hoy la mirada del gobierno
nacional esta puesta en los focos de tensión que básicamente se ubican en la
Provincia de Buenos Aires. Las intendencias y sus autoridades tienen muchos
conflictos por resolver y provocan un ida y vuelta respecto a las
negociaciones. Las demandas solicitan respuestas y a un octavo del total del
periodo de gestión que le corresponde a este gobierno, la respuesta que enuncia
la pesada herencia se vuelve poco satisfactoria.
El “interior profundo” de nuestro
territorio nacional no es la excepción, tanto el norte como el sur, así como el
centro de la República tienen situaciones problematizadas que generan puntos de
conflicto que el gobierno de Cambiemos no debe desatender.
Es tiempo de que las medidas
económicas desplegadas demuestren impacto positivo, tal como se esperaba en un
principio, pero las expectativas se ven frustradas hasta para el propio
Mauricio Macri que ensaya otras posibilidades de salida a una –cuanto menos- difícil situación económica, que complejiza el
contexto para su gobernabilidad.
Los rumores de intentos de
desestabilización pueden tener cabida en un país no ajeno a operaciones de este
tipo, aunque también es cierto que es oportuno hablar de ello para convocar el
apoyo sostenido de una sociedad que podría no dejarse llevar por el apuro
económico y entender que este proceso es netamente político. Esperar.
La potencialidad de los rumores
está en poder convertirse en profecías autocumplidas o predicciones
desestimadas, en esto se juegan el desenlace de una situación, en este caso se
trata del contexto para el gobierno nacional y con él el futuro institucional,
social, político y económico de nuestro país.
La política es siempre un juego
de poder en el que intervienen diversos actores, cada uno haciendo uso de las
herramientas con que cuenta para demostrar su propio peso. La pulseada de Pablo
Moyano con el gobierno nacional es solo una manifestación de ello, nada más y
nada menos. Ante el dictamen de conciliación obligatoria dispuesto por el
gobierno, el sindicalista hizo “oídos sordos” y continuó con el paro a fin de
demostrar su capacidad en despliegue e intentar doblegar a un gobierno que
aspira y -más aún- debe mostrar algo de firmeza en la imagen.
Nadie dijo que sería fácil, se
trata de una Argentina que viene de años de una gestión que está siendo
investigada por la justicia por causas varias, sobrevolando en ellas la corrupción
política. Y entre datos inciertos de la performance de nuestro país, debido a
la intervención y manipulación del Instituto de Estadísticas y Censos, actualmente no sabemos en qué datos creer.
Sumado a ello la división socio - política que constituye la mentada grieta. Y
por si fuera poco, en el gobierno una alianza nueva, con poca y en algún punto
ninguna experiencia en el ámbito público. Mientras, en la oposición está el
partido justicialista, que aunque dividido puede llegar a unirse para recuperar
el bastión perdido.
Compleja situación se vislumbra a
seis meses de gobierno, las demandas se multiplican y el gobierno parece aun
tener el control en un territorio hostil que empieza a plantear batalla. Es
responsabilidad del gobierno nacional sortear lo mejor posible los conflictos,
es tiempo ya de hacerse responsables de los actos, pero es responsabilidad de
todos sostener la institucionalidad, son sólo seis meses de un mandato que
tiene mucho por delante.
El reclamo y la defensa de los
derechos no es reprochable, los modos y los cursos de acción elegidos para esos
fines si pueden serlo. Gobernabilidad o desestabilización, serán nuestro
contexto en función de lo que hagamos al respecto, es una responsabilidad que
nos cabe realmente a todos.
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