miércoles, 4 de mayo de 2016

A esta altura, “cae de Maduro”


La actualidad de Venezuela puede servir de ejemplo a no seguir. En su momento se decía que el gobierno kirchnerista transitaba el mismo camino que el gobierno bolivariano. El gobierno kirchnerista culminó, es momento de Cambiemos, pero éste también puede mirar y aprender. Escuchar y Resolver.





Existen multiplicidad de temas para hablar de nuestro país y nuestra situación particular, pero vivimos en contexto y suceden cosas externamente que pueden tener repercusión interna, por ello me parece interesante proponer la mirada a Venezuela planteando la perspectiva de análisis y ¿Por qué no? Aprendizaje político - institucional.
En Venezuela existe una crisis económica, social y política que se remonta a -al menos- 10 años atrás. Algunos analistas hablan de más de diez años. Se ha establecido un modelo “bolivariano” que podríamos denominar –emulando al viejo comunismo teórico en algunos puntos- un “comunismo chavista”, formalmente un intento de socialismo, es decir un paso más allá del comunismo. Fue iniciado por Hugo Chávez en 1999, sucedido en continuidad por Nicolás Maduro. Un modelo que lleva 17 años en el poder.
Fue un modelo muy discutido, muy combatido internamente, provocador de división social marcada. No podemos obviar además el enfrentamiento directo con EEUU como depositario de las acusaciones de “todos los males”. Un modelo que desarrolló un intervencionismo estatal pronunciado, excesivo. Interviniendo no en el control de los precios de mercado, vigilando la suba de los mismos sino directamente al bolsillo de los trabajadores, cambiando así el foco de la intervención “aceptable”.
Venezuela sufre hace años una crisis socio-política, se encuentra dividida  en dos de manera tajante, para hacernos una idea, la “grieta argentina” incluso no es tan profunda como la división social existente en aquel país. Constituye realmente un contexto político sumamente conflictivo. Problematizado. Por momentos en nuestro país se “temió” poder llegar a niveles venezolanos de crisis.
En estos momentos se lleva adelante el inicio de un proceso, como todo proceso consta de etapas, se transita por estas horas el paso inicial, se elevaron firmas con el pedido de activación del proceso de revocación de mandato del Presidente Nicolás Maduro, quien desempeña el cargo desde 2013 sucediendo a Chávez tras la muerte del mismo. Este proceso es un elemento constitucional inscripto dentro de lo que se denomina democracia directa, democracia participativa. Implica una decisión ciudadana de dar por terminado el mandato del Presidente. Acortar su gestión y renovar autoridad.
La oposición en ese país intentó desplazar del poder a Chávez en diversas ocasiones y con distintas acciones institucionales y no institucionales. Masivas movilizaciones y machas de protestas durante 2002 y 2003, solicitud de renuncia, hasta un fallido golpe institucional, el paro petrolero de diciembre a febrero 2002-2003, recolección de firmas para referendo en post de la renuncia del presidente entre los mismos años.
Dado el fracaso de todos estos intentos la “revocatoria del mandato” adquirió especial relevancia y fuerza como mecanismo institucional y electoral dentro de la estrategia opositora para remover al mandatario. Finalmente Chávez dejó este mundo en ejercicio de sus funciones.
Actualmente empieza a concretarse lo previsto por la Mesa de Unidad Democrática (MUD)[1], que hace casi dos meses prometió la activación de “todos los mecanismos constitucionales” para impulsar la formación de un nuevo gobierno.
Para explicarlo en términos más familiares: “No hay gobierno que dure cien años, ni cuerpo que lo soporte”. El gobierno de “revolución bolivariana” iniciada con Hugo Chávez, continuado por Maduro, ha cosechado amplia oposición, eso sumado a crisis económica asfixiante, restricciones económicas, vaciamiento de góndolas, problemas graves de stock en bienes de consumo primario, además restricciones políticas, denuncias de persecución y avasallamiento político a la oposición. Denuncias de “presos políticos”.
Nuestro Presidente ha hablado en campaña sobre la situación para él reprochable de asociación argentina casi íntima (Chavismo – Kirchnerismo) con un Estado denunciado de violación institucional y violación de derechos humanos, denuncias seguidas de cerca por la comunidad internacional.
En este caso, Venezuela contiene una crisis política que va de la mano con la económica y ambas se refuerzan mutuamente. Sostienen además una crisis energética preocupante, lanzaron un plan de racionamiento de energía eléctrica para poder salir de este escenario.
Para tener una idea acabada de la crisis integral manifiesta basta mirar los indicadores, lo que sucede es que todo se complejiza aún más por la división social que sale a las calles con marchas y contra marchas a favor y en oposición del gobierno.
En una manifestación del 1ro de Mayo Maduro dio un discurso fuerte instando a tomar las calles en función de la defensa de su gobierno frente a lo que él considera una ofensiva de la oposición. Fue una manifestación de fuerzas un día después de la llegada de los dos millones de firmas en post del pedido de inicio del proceso de revocación.
Mirar a Venezuela nos puede proporcionar ejemplo y aprendizaje para no incurrir en errores que nos lleven a aquellos niveles de crisis, aunque nuestro país transita institucionalmente situaciones diferentes. No es novedad que la situación económica puede marcar el destino de los gobiernos. Sellarlos.
El pueblo decide. En 2001 fue la sociedad en las calles la que determinó la salida de un gobierno democráticamente elegido. De la Rúa llegó a una instancia (varios elementos se conjugaron para ello) en la que el conflicto social se volvió insostenible y su mandato fue “revocado” – interrumpido- por el pueblo en las calles. Sin ánimo de hacer “predicciones” al respecto, el mensaje del presente es de la importancia de prestar atención más que de elucubrar situaciones de ruptura. Oír demandas sí, pero más importante aún responderlas.




[1] Es una coalición de partidos políticos de Venezuela que hacen la oposición formal y democrática al partido gobernante. Está conformada por tendencias políticas, socialdemócratas, socialistas, progresistas, democristianos, centristas y laboristas.

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