Sin dudas la situación política de nuestro país se encuentra por
momentos enrarecida. Hoy enfrenta una situación clave que es casi una nueva
pulseada política donde gobierno – oposición miden fuerzas nuevamente. Y en el
medio, trabajadores, siempre los mismos. A veces parece no ser clara la defensa
de los intereses ciudadanos, se confunde con la competencia y el juego de poder
propio de la política misma.
Todo puede entenderse teniendo en
cuenta lo que se viene: el 2017 y las elecciones. Los actores políticos en
escena siempre están pendientes -o deben estarlo al menos para poder sostener
su carrera en vigencia - de la situación y el contexto presente pero pensando
en el plazo extendido. Por supuesto, atentos a la propia base de sustentación
que los sostiene, su electorado, quienes dan legitimidad a través de las urnas,
quienes acreditan por tiempo determinado el ejercicio del cargo público.
Esto es particularmente
interesante al momento de evaluar las acciones de los diputados y senadores en
sus cargos, máxime sosteniendo que estos intentan escalar posiciones, avanzar. Planteo
la mirada puesta incluso más allá, en 2019 y la presidencial y como punto de
toque hoy, hago referencia al tratamiento de la Ley Antidespidos que viene
siendo el foco central de la nueva pulseada política y de los que se juegan
desde ya la posibilidad de “ser presidenciables”.
Massa anunció que si no se
hicieran las modificaciones en el mentado proyecto del cepo laboral,
modificaciones en lo referente a las exenciones específicamente de las Pymes y
algunas palabras técnicas del texto planteado que podrían desvirtuar lo que
debería ser el espíritu de la ley propuesta (el cual debería ser de protección al
trabajo y a los trabajadores) finalmente podría no acompañar el proyecto, con
lo cual peligra de alguna forma la aprobación del mismo.
Desde que asumió el nuevo gobierno
nacional todos los días vienen siendo claves en términos de la negociación
política que se lleva adelante en torno a cada situación, lo cual es
interesante resaltar, hay diálogo. Y en derredor de esta limitación a los
despidos que intenta poner el freno a una realidad que se devela apremiante y
por demás angustiante para miles de trabajadores y familias que temen su
circunstancia laboral, la puja viene siendo algo conflictiva porque no hay
efectivamente un llamado abierto, convocante del gobierno nacional a sectores
interesados que puedan discutir la situación desde una perspectiva plural. Y la
discusión que se lleva adelante en el parlamento donde se debate acerca de esta
materia amenaza con ser finalmente vetada por el ejecutivo. La cual aunque es
una circunstancia prevista formal y legalmente parecería no ser lo más
conveniente para el juego de la gobernabilidad.
El gobierno nacional intenta
parar el cepo o al menos dilatar el proceso, apuntando a generar la
estabilización que dicen ellos mismos, sobrevendría pasado el primer semestre. El
fin del primer semestre se encuentra muy cercano y sin embargo el –conocido,
poco célebre- “efecto derrame” en el que el gobierno nacional confía, parece
estar retrasado. Veo con cierto temor, porque oigo los rumores que suelen no
equivocarse, que la situación no tiene resolución o al menos la frontera
visible aun no muestra que esto esté efectivamente en vías de resolverse. Macri
enfrenta una situación de embudo de acción que dificulta su situación. Ha dicho
que vetaría la Ley si esta se aprobara pero los costos políticos de tal veto no
terminan de estar clarificados.
En el mejor esfuerzo por dejar la
mirada más positiva posible por el respeto y la prudencia que me merece este
gobierno que lleva cinco meses de gestión, en este esfuerzo supremo por la
objetividad en la mirada y en la palabra, debemos entender que es un paso a
paso, es casi un minuto a minuto el planteo del asunto porque refiere
básicamente a acuerdos políticos que ponen en juego futuros políticos y –más
importante aún- “bolsillos sociales”. Hay que confiar en que este gobierno
puede resolverlo.
Referí en varias oportunidades
que este gobierno de cambiemos viene adoptando medidas que tienen más de
polémica que de “ADN social”, que parecen estar más atentos a la mirada externa
o a la mirada de grupos económicos que a la del pueblo que es quien, en última
instancia, dio el voto de confianza y aun hoy sostiene. Sostiene de alguna
manera porque entiende que el gobierno anterior tiene culpas que expiar respecto
a la situación en la que estamos hoy y sostiene también porque aun decide no
dar el paso hacia la quita del apoyo efectivo. Es un paso el que hace la
diferencia. Son las actitudes del gobierno nacional las únicas que pueden
definir y determinar su propia condición de gobernabilidad.
Si se persiste en no oir, en no
mostrar más “cara social” y hacer una presión efectiva a los grupos económicos
concentrados, con la fuerza y autoridad propia que le corresponde a Poder Ejecutivo
Nacional, difícilmente el gobierno de cambiemos pueda sostener el apoyo de
quienes aun hoy deciden dar tiempo. Esperar y confiar. Aceptar el discurso
presidencial y no dar el paso hacia la desilusión y la ingobernabilidad.
Hay que decirlo, la situación
política se enrarece por momentos, son varios sectores en pugna, y como
contrapartida un oficialismo que carece de un mecanismo aceitado de
comunicación y de un proyecto económico definido. Parece ser éste un plan que, en
el ánimo de confiar en los empresarios y en el esperado apoyo por parte de éstos
-confianza que parece excesiva para muchos analistas- alienta por demás a los
grandes grupos económicos y muy poco a los sectores más vulnerables.
Hay un límite claro en todo esto
y siempre refiere al bolsillo. Si la demanda no es escuchada el bolsillo
inevitablemente determina la situación y puede terminar dando fin a cualquier
administración que juzgue insoportable, insostenible. Esto es lo que no se
puede perder de vista, esto es lo que hay que tener en cuenta y aquí se juega
todo el futuro del gobierno -o desgobierno- de un país.
Existen muchos elementos por
analizar, todas cuestiones que enturbian el ámbito político de nuestro país que
por estas horas define el destino de una discusión que podría costar políticamente
caro al gobierno nacional. No obstante, la verdadera espera será ver qué sucede
pasado el semestre y avanzada la carrera electoral 2017 donde candidatos y
fuerzas políticas se expondrán de manera manifiesta y efectiva a la decisión
del pueblo.
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