La situación de los dos partidos
políticos históricos de nuestro país, es compleja. Se trata de quienes han
sabido conseguir gobernar a nivel nacional y dirigir al conjunto de los
argentinos planteando de alguna manera “la primer grieta política” en términos
de diferenciación ideológica de sectores, que hoy están sorprendentemente en la
misma situación y sin embargo en diferentes instancias.
El Partido Justicialista arrastra
la derrota electoral que le valió el puesto actual de oposición, aunque
desdibujada. Busca reformularse, re editar viejas consignas y volver a levantar
banderas para la próxima batalla electoral que espera mucho más de lo que por
ahora demuestran. El planteo es la búsqueda de una figura que realmente
represente la renovación del partido.
La Unión Cívica Radical, por su parte, tras
una victoria que lo catapultó de nuevo a instancias de poder y sin embargo no
consigue hacerla plenamente suya o al menos no mostrarse plenamente parte del
oficialismo. El gobierno es de Cambiemos, donde solo es un vértice del
triángulo de gestión.
Es paradójico situar a ambos
partidos en una instancia de recomposición de identidad a pesar de su distinta posición
en el escenario político. Se trata de una instancia que debe sortear cada
partido partiendo desde condiciones diferentes. Aunque ninguno parece tener
fácil el camino de transformación y redefinición.
Unos por no estar habituados a la
calidad de oposición, otros por tener sus propias complicaciones en la
experiencia, en una gestión que además (como “agravante”) al ser producto de
una alianza resulta siempre en el desarrollo del gobierno conflictivo llevar
adelante acuerdos internos para la toma de decisiones.
El aumento de tarifas que abarca
a todos los ciudadanos implica el ahogo en términos económicos a todos los
sectores sociales, por supuesto los más vulnerables lo sufren aún más, pero el
sector medio también levanta sus voces en contra de la medida. Y ello hace que
la intención de representación de un oficialismo que contiene tres aristas
políticas en su interior se repliegue cada espacio en sí mismo para
redefinirse. Autodeterminarse en el medio de una alianza con otros espacios. Máxime
si existen nociones como las apuntadas por el propio Ricardo Alfonsín (UCR)
respecto de la fallas en la comunicación interna o bien la falta de escucha a
sus voces dentro del conjunto Cambiemos.
En este momento paradigmático
podríamos ver que tanto el PJ como la UCR intentan continuar en el ambiente político
sin desdibujar sus propias fronteras. Volver a las bases es siempre un buen
consejo, pero cuando las mismas están también desdibujadas, tanto como para
decidir en las urnas por una alianza que contiene incluso a un partido nuevo,
casi inexperto en gestión como el PRO para el gobierno en la instancia
nacional, significa -cuanto menos- la necesidad de un replanteo más profundo al
interior de los históricos que hoy se debaten el presente y futuro de sus
fuerzas políticas.
Siempre las crisis de identidad
del partido se reflejan en crisis de representación. Para ello el debate al
interior de cada fuerza política debe ser profundo, si quieren dar continuidad al mismo y
presentarse de nuevo a la batalla por el poder que anhelan.
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