lunes, 1 de agosto de 2016

El Mesías no existe



En términos políticos no existe, en el plano religioso no compete a este análisis hacer semejante declaración. En el ámbito espiritual, donde existe la fe, es -de hecho- el último lugar en el que nos queda refugiarnos para no perder la esperanza como pueblo.
En política existe la tendencia cultural en nuestro país a esperar “al salvador”, al que con magia resuelva nuestras circunstancias y nos lleve a explotar la grandeza de nuestras capacidades. No podemos dar cuenta que vivimos en el plano humano, en donde los errores son la normalidad y sea quien sea quien asuma la responsabilidad mayor del Estado necesariamente está atado a la condición humana.
No es ni más ni menos. Es humano. Y por supuesto debe resolver lo mejor posible las demandas de una ciudadanía que lo eligió y le dio legitimidad de poder en las urnas para decidir el futuro de todos nosotros.
La situación en nuestro país tiene la particularidad de necesitar a aquel salvador mesiánico, un “ungido” por la divinidad que no admite errores. Y debe tener todas las respuestas.
Es así que cuando pasan las gestiones y podemos advertir que no fueron buenas administraciones, sino por el contrario que estuvieron plagadas de irregularidades, es difícil entender por qué no lo vimos antes. O peor aún, rescatar lo ideal del discurso desplegado que tenía las mejores intenciones, se vuelve una tarea descomunal.
El intento de defensa de una gestión no es otra cosa que el temor de perder las conquistas logradas. Los avances en políticas públicas conseguidos. Por debajo de la defensa de una gestión está el intento de sostenimiento de una buena política implementada. ¿Qué pasa si la justicia de los hombres avanza sobre la cúpula de un movimiento que desplegó esas conquistas? No debería pasar nada. Debemos tener la suficiente capacidad de ver la diferencia entre los vicios humanos y lo que es beneficioso para el crecimiento de nuestra sociedad.
De todas formas, lo que está en juego es la credibilidad de un movimiento con ideas en que se creen fielmente. Está en juego la credibilidad de un sistema populista y la mancha no solo en la política en general sino la mancha en las mismas ideas. O al menos en el discurso que sostiene esas ideas. Y en este caso ¿Qué nos queda por creer?
El FpV parece querer demostrar por todos los medios que en el fondo todo se trata de política. Intentan desprenderse de situaciones que los empujan a dar explicaciones. Relativizar cuestiones de escandalosos manejos sucedidos durante sus gestiones frente al gobierno nacional. Buscan resaltar lo conseguido estableciendo como contrapartida la situación compleja económica que vivimos en estas horas. Apuestan a medir a la ex Presidenta a fin de que con la confianza puesta en ella poder remontar la instancia de devastación en la que se hallan.
El Peronismo en general busca la nueva figura que rescate al partido. Un nuevo Mesías que resuelva y aglutine. Vuelva a ordenar a la tropa. Cristina no, pareciera ser el concepto.
El Frente Renovador pivotea sin abandonar el poder propio conseguido y sostenido sobre todo en el Congreso. Trabajando también como todos, para 2017.  
Y Cambiemos a la espera de la llegada de inversiones se sostiene en el plan que lo beneficia, intenta consolidar el discurso y la comunicación del gobierno. Mantiene la esperanza del cambio. Soporta los embates de los ámbitos conflictivos que presentan batalla y suelen dar paso y contrapaso de acuerdo al calor del clima social. Que es el que direcciona la política. En el fondo, lo esperable. En este tiempo sigue siendo favorecido por la comparación con la gestión k.
Cada cuadro sosteniendo lo que cree. Buscando la aprobación política necesaria para el sostenimiento del poder político que los mantiene en vigencia.
El pensamiento mesiánico hace que los ciudadanos esperemos más de quienes nos gobiernan. Y comentan la menor cantidad de errores posible. Lo ideal es que no cometan errores, se trata de nuestro presente y futuro, de nuestro patrimonio.
Quizás es hora de plantearnos la inexistencia de las soluciones mágicas. La inexistencia del “salvador” político. No se trata de expiar culpas, responsables deben pagar lo que corresponda, la justicia debe actuar para ello. Pero quitar el velo de la búsqueda de ”el Mesías político” puede ayudarnos a hacer un avance político determinante. Una evolución en el pensamiento y en la práctica. Es hora.


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