Muy lejano para algunos, lo
cierto es que todos los actores políticos lo tienen en mente. Lo digan o no.
¿Cómo congeniar diferentes
estilos? ¿Cuán posible es el acuerdo en post de formar una oposición unida, a
pesar de las diferencias ideológicas o programáticas? ¿Es buena la unión de la
oposición?
Es notable la dispersión de la
oposición que genera la posibilidad para el gobierno de ocuparse de otras cuestiones.
La económica por supuesto. Pero en cuanto quedan baches en las políticas
desplegadas o espacios sin cubrir, aparece un fantasma para el temor de la
gestión nacional: la oposición unida y organizada.
¿Cuán unida? Da la impresión de
tratarse de la oportunidad de un instante. “Unidad ad hoc” con la meta particularísima
de ganar la elección. Resulta difícil pensar en la unión de estilos diferentes,
ni hablar de egos políticos particulares propios de cada político con cierta
imagen que se precie.
La unión de la oposición
resultaría una pesadilla para el gobierno nacional en términos de la
consolidación de una figura fuerte en la disputa por el poder político. Porque puede
presentar “palos en la rueda”. Pero como contrapartida es importante la
identificación de una oposición, si ésta fuera constructiva, aportando al diálogo.
Lo ideal de un gobierno participativo, integral.
Massa se encuentra en pleno
desarrollo de su planteo político, por supuesto pensando en 2017. Hablando con
todos los actores políticos abiertos a comunicación. No descarta alianzas. En
un primer momento su ligazón al gobierno nacional, el viaje junto a la comitiva
presidencial a Davos fue interpretado como “sumisión” a la nueva gestión.
Pronto se encargó de mostrar despegue para no quedar encasillado en términos de
entrega del poder político que supo construir y que le resultó un costo político
importante, tras la decisión de separarse del kirchnerismo.
Fue oportuna su separación, tanto
de aquel “ismo” como del nuevo. Es que desde el principio su intención fue
construir su propio espacio. Y asi lo ha hecho. Lo sostiene. Incluso en las últimas
horas debió desmentir un supuesto dialogo con Máximo Kirchner. Massa tiene la
responsabilidad de cuidar su propio espacio político.
A quien le sucediera lo mismo en
la jurisdicción capital federal fue al actual embajador en EEUU, Martin
Lousteau, quien después de enfrentar al PRO en instancia de competencia por la
jefatura de gobierno y realizar una performance estupenda, que le valió el
poder sentarse a hablar como par en la mesa de Macri, muchos dijeron que la
designación actuó como forma de “premiar” su buena performance en elecciones. Convocarlo
es de alguna forma de intentar cortar sus aspiraciones.
Lousteau decidió aceptar la
designación pero tampoco resignó su espacio. Fluctúan los rumores respecto a su
candidatura incluso en 2017. Habrá que ver qué sucede.
Lo interesante que sucedió fue el
encuentro entre Lousteau y Massa en EEUU. Se conoció el mismo a través de una
foto, y para quienes creen que “una imagen vale más que mil palabras”, esto
significó polémica, a lo que el embajador expresó, “Que
ese tipo de fotos se transformen en tanta repercusión me parece un síntoma de
la enfermedad argentina” haciendo referencia al aluvión de rumores y
especulaciones que encierran cada acción o cada imagen.
El
embajador definiría sus pasos también en función de los de Lilita Carrió quien
tiene sus propias aspiraciones políticas para 2017.
Macri
por su parte, mide expectativas, mide imagen de figuras asociadas a su entorno.
Tiene que enfrentar diciembre, diciembre siempre conflictivo, que será
determinante en lo que respecta a la evaluación sobre su gobierno.
El kirchnerismo
intenta despegarse de las causas que los envuelve. Pretenden defender el
espacio que sostienen en la política argentina.
El peronismo
en redefinición, busca el líder que le devuelva mejores perspectivas de poder.
Lo
político está a la espera de la formación de frentes (alianzas, acuerdos políticos)
organizados para la próxima disputa del poder en las elecciones de 2017. Lo
cierto es que nada está determinado. En política todo puede pasar y aún pueden
sorprendernos.
Difícil
será ver a una oposición unida encolumnada detrás de una sola figura porque eso
significaría resignar parte del poder construido. Poder siempre difícilmente edificado
y que cada actor político cuida con mucho recelo.
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