Mucho se habla de
su gestión empresaria y la del equipo armado para el gobierno con CEOs pero
cuando hace negociaciones netamente políticas se lo critica, o no se hace un
análisis objetivo al respecto.
Es político el
accionar en ciertas circunstancias de nuestro Presidente que ha entendido el
juego del "divide y reinaras" e intenta ponerlo en práctica. Lo hizo
en otras oportunidades, convoca sectores con la idea de diálogo y los une a su
propia fila a modo de compartir responsabilidades.
Nadie puede negar
que entienda el juego. Y en vez de confrontar, como lo hiciera la gestión
anterior, prefiere convocar. Es un
cambio.
Para este viernes 5
de agosto está prevista una importante reunión plenaria donde se espera la CGT
defina su unión o no en torno a los reclamos elevados al gobierno nacional. Se prevé
-según lo expresaron- podrían iniciar con medidas de fuerza como paro y movilización
a la espera de respuestas oficialistas.
Macri atento a la
inminente conflictividad sindical que podría tener repercusiones inadvertidas
en el corto plazo, preparó una propuesta para tentar a los representantes aun disgregados.
Se dice además que “opera” dentro del mismo bloque de gremialistas con aliados.
No obstante, la CGT
insiste en plantear batalla más allá de los acuerdos, que entienden, “es parte
de la deuda que mantiene el Estado con los trabajadores”. Con ello y en vistas
a la unidad se vuelve evidente que los representantes gremiales se debaten
entre salir a la calle o esperar signos de reacción económica y del gobierno.
Más allá de lo que
resuelvan las centrales obreras, el gremio de los estatales de ATE planea
activar el 11 del corriente mes un paro para exigir la reincorporación de miles
de trabajadores despedidos y el cumplimiento de la ley marco de regulación del
empleo estatal.
A ello se suman
movilizaciones docentes en algunas provincias de nuestro territorio: Chaco,
Catamarca, Misiones, Jujuy, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Buenos Aires.
Macri confió en
frenar los reclamos con el plan de restitución de fondos a las obras sociales y
un programa de salud ambicioso, lanzado esta misma semana.
Por su parte, los
dirigentes de izquierda son más avezados, denuncian “inmovilismo” de las
centrales obreras y pacto con el gobierno nacional. Expresan su preocupación
por lo que indican como limite al derecho a la protesta debido al fallo de la
Corte Suprema que estableciera que solo las huelgas declaradas por los
sindicatos son legítimas.
Los reclamos van en
torno al rechazo de los aumentos en los servicios, el pedido de apertura de
paritarias y en algunos casos la continuidad en la negociación y la eliminación
del impuesto a las ganancias -parte de las promesas de campaña de Cambiemos-.
Según la
perspectiva de la diputada nacional Myriam Bregman, del Partido de los
Trabajadores Socialistas (PTS), proyectan “construir un polo de la izquierda y
el sindicalismo combativo para que todos los trabajadores que reciben la
espalda de sus sindicatos puedan enfrentar el ajuste".
En el medio de todo
ello, se ve dificultosa la relación entre los representantes de los
trabajadores en general, se rumorea la búsqueda de unidad de las centrales pero
también tiene sus complejidades tal unificación.
Lo cierto es que es
necesaria la defensa de los trabajadores, como usuarios, consumidores y de sus
bolsillos. La gestión oficial por parte del Presidente en su mejor rol político
debería tenerlo en cuenta, manifestándolo a través de las medidas económicas,
así como los mismos representantes de las centrales que -unidos o no- no pueden
desentenderse de la responsabilidad en tal defensa.
Todo conspira para
eventualmente desplegar manifestaciones que pueden complicar la estabilidad del
a gobernabilidad que por el momento se sostiene. Aun se esperan respuestas y
está bien que así sea. Los actores gremiales y políticos todos atentos.
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