jueves, 4 de agosto de 2016

Macri Político, en medio de un sospechado devenir conflictivo.




Mucho se habla de su gestión empresaria y la del equipo armado para el gobierno con CEOs pero cuando hace negociaciones netamente políticas se lo critica, o no se hace un análisis objetivo al respecto.
Es político el accionar en ciertas circunstancias de nuestro Presidente que ha entendido el juego del "divide y reinaras" e intenta ponerlo en práctica. Lo hizo en otras oportunidades, convoca sectores con la idea de diálogo y los une a su propia fila a modo de compartir responsabilidades.
Nadie puede negar que entienda el juego. Y en vez de confrontar, como lo hiciera la gestión anterior, prefiere convocar.  Es un cambio.
Para este viernes 5 de agosto está prevista una importante reunión plenaria donde se espera la CGT defina su unión o no en torno a los reclamos elevados al gobierno nacional. Se prevé -según lo expresaron- podrían iniciar con medidas de fuerza como paro y movilización a la espera de respuestas oficialistas.
Macri atento a la inminente conflictividad sindical que podría tener repercusiones inadvertidas en el corto plazo, preparó una propuesta para tentar a los representantes aun disgregados. Se dice además que “opera” dentro del mismo bloque de gremialistas con aliados.
No obstante, la CGT insiste en plantear batalla más allá de los acuerdos, que entienden, “es parte de la deuda que mantiene el Estado con los trabajadores”. Con ello y en vistas a la unidad se vuelve evidente que los representantes gremiales se debaten entre salir a la calle o esperar signos de reacción económica y del gobierno.
Más allá de lo que resuelvan las centrales obreras, el gremio de los estatales de ATE planea activar el 11 del corriente mes un paro para exigir la reincorporación de miles de trabajadores despedidos y el cumplimiento de la ley marco de regulación del empleo estatal.
A ello se suman movilizaciones docentes en algunas provincias de nuestro territorio: Chaco, Catamarca, Misiones, Jujuy, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Buenos Aires.
Macri confió en frenar los reclamos con el plan de restitución de fondos a las obras sociales y un programa de salud ambicioso, lanzado esta misma semana.
Por su parte, los dirigentes de izquierda son más avezados, denuncian “inmovilismo” de las centrales obreras y pacto con el gobierno nacional. Expresan su preocupación por lo que indican como limite al derecho a la protesta debido al fallo de la Corte Suprema que estableciera que solo las huelgas declaradas por los sindicatos son legítimas.
Los reclamos van en torno al rechazo de los aumentos en los servicios, el pedido de apertura de paritarias y en algunos casos la continuidad en la negociación y la eliminación del impuesto a las ganancias -parte de las promesas de campaña de Cambiemos-.
Según la perspectiva de la diputada nacional Myriam Bregman, del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), proyectan “construir un polo de la izquierda y el sindicalismo combativo para que todos los trabajadores que reciben la espalda de sus sindicatos puedan enfrentar el ajuste".
En el medio de todo ello, se ve dificultosa la relación entre los representantes de los trabajadores en general, se rumorea la búsqueda de unidad de las centrales pero también tiene sus complejidades tal unificación.
Lo cierto es que es necesaria la defensa de los trabajadores, como usuarios, consumidores y de sus bolsillos. La gestión oficial por parte del Presidente en su mejor rol político debería tenerlo en cuenta, manifestándolo a través de las medidas económicas, así como los mismos representantes de las centrales que -unidos o no- no pueden desentenderse de la responsabilidad en tal defensa.

Todo conspira para eventualmente desplegar manifestaciones que pueden complicar la estabilidad del a gobernabilidad que por el momento se sostiene. Aun se esperan respuestas y está bien que así sea. Los actores gremiales y políticos todos atentos.  

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