martes, 9 de agosto de 2016

Responsabilidades Compartidas, pero en tiempos apremiantes.



Embates internos, una Elisa Carrió inmanejable, para su propio gobierno, y externos, los gremios orquestando unidad y organizaciones sociales en pie de lucha, acompañados por el Papa que advierte situaciones complejas en nuestro país. Todo un caldo de cultivo especial para presentarnos un panorama de alerta sobre todo a los movimientos de la gestión de Mauricio Macri.
La caída de indicadores económicos como contracara de la esperanza vulnerada de la “lluvia de inversiones”, la masiva marcha por “Tierra, Techo y Trabajo” oportunamente en el día del festejo religioso, son las instancias que se presentan ante un gobierno nacional que debe plantear muy bien sus próximos pasos.
Han demostrado tener cintura política para gestionar acuerdos y es verdad que nunca es suficiente, que siempre queda mucho por hacer en un país que de manera crónica y cíclica reitera crisis económicas, políticas y sociales. Ahora difícilmente puedan pensar en estas circunstancias en la victoria en 2017, más cercano esta diciembre que suele presentarse conflictivo sobre todo en los últimos años, sobre todo después de la crisis de 2001 que terminó con un gobierno elegido democráticamente.
Referencias a golpes institucionales existen, sobre todo desde los únicos que mediáticamente saben presentarse como oposición, (además de buena parte de la izquierda de nuestro país, con aparente plan de lucha propio)  el ala política kirchnerismo. Para algunos “en retirada”, para otros buscando ese espacio vacío que no ocupa ni el gobierno ni todo el otro arco opositor disgregado.
Se habla de “organización ciudadana”, de “ganar las calles” de “bastones largos” en términos de la generación de la conflictividad social necesaria para inquietar a un gobierno que -a esta altura- comparte responsabilidades en tanto acción/gestión sobre nuestro devenir presente y próximo.
Además de la lectura de encuestas, a lo que los analistas del estado de situación socio-político prestan atención es a las manifestaciones como la de este fin de semana, donde puede verse de manera palpable que si bien existe una sociedad que no está en desconformidad con el gobierno, si lo está las medidas. Discierne lo que puede entender de las respuestas en referencia a lo administrado en la anterior gestión, de lo que puede –en función de su propia capacidad económica- solventar. Diferencia las culpas y responsabilidades pero además solicita se reviertan ciertas situaciones de ajuste a un bolsillo que soporta las cargas.
El cambio debió ser gradual, porque las costumbres son siempre fuertemente arraigadas y los cambios en ese sentido deben ser graduales. El aumento además debió respetar un proceso: audiencia pública, explicaciones de costos, acuerdos y consensos integrados. Quizás con los pasos dados la aceptación hubiese sido diferente.
La justicia por su parte no falló a favor del oficialismo, sino en defensa de un proceso formal legal y en esos términos se pide reviertan la postura quienes tomaron las medidas. Solo el gobierno deberá pagar los costos políticos de sus propios errores. Pero aún está a tiempo de oír y revertir.
Se entiende son catástrofes heredadas, pero la responsabilidad hoy le compete al equipo de Cambiemos. Para atrás, se encargará como pueda la justicia. Que tiene sus tiempos, no son los nuestros. Para el presente y hacia adelante la responsabilidad es de Cambiemos, del gobierno de Mauricio Macri y la ciudadanía que espera va ganando también las calles. En medio de una sociedad que además da muestras permanentes de la división existente, por ahora tan irremediable como insanable.
 
   


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