miércoles, 27 de abril de 2016

Después de tantas causas ¿dónde vamos a terminar?



Cada día parece surgir un nuevo hecho que renueva la situación judicial, le agrega “condimento”, detalle, evidencia. Parece que fueron años de orquestar un entramado productivo, un negocio redituable, muy rentable. Reducido, resumido a un pequeño círculo de poder, pero exitoso.
Advirtieron quienes se animaban a hablar sobre esto desde el comienzo, pero como era “quien quiere oír que oiga” y más o menos la situación económica estaba estable, los demás decidimos ver hasta donde la tranquilidad se sentía firme. Más allá, no.
Hay que decirlo, los periodistas y algunos personajes políticos lo denunciaron. Los verdaderos avances en las distintas causas que involucran a la gestión pasada en la “malversación” de nuestros recursos, se dan ahora que es una nueva gestión la que se instala tras la victoria en las elecciones pasadas. La justicia “se anima” y los “arrepentidos” se multiplican.
Hablar de quienes ahora hablan es un tema aparte. A pesar de sus aportes a las causas, sin las cuales estarían las mismas detenidas, ellos en algún momento fueron parte y esa situación los condena también a ser juzgados. No pueden ser héroes ahora por hablar, quien sabe bajo qué motivos motorizan su repentina declaración.
Caza de brujas o simple progreso de la justicia, los hechos develan que cosas turbias se tejen detrás de nuestras miradas y por sobre nuestros intereses. Y es un problema crónico afecto a nuestra práctica política.
Más allá de las culpas efectivas que pueden recaer o no – todo depende de la voluntad de ello- sobre un gobierno que por más de diez años condujo la administración de nuestro país, las evidencias objetivas demuestran que al menos sus allegados, personas de su círculo íntimo han obtenido beneficios multimillonarios post toma del poder de un matrimonio que supo ser convenientemente efectivo en los papeles para presentarse en lo formal, presidencial. Y es difícil creer que solo ellos (los “allegados” que hoy son detestados) se beneficiaron.
Se habla de un acuerdo, de un límite en el descubrimiento. De la frontera judicial. Se habla también -por otra parte- de una meta, de llegar a las últimas consecuencias, de poner presos y presas a todos y todas, sobre todo a quien comandaba –en estos últimos años, por herencia- la sospechada banda. Sea que suceda una u otra cosa, todo dependerá de la voluntad de los jueces, irremediablemente involucrada con la política (consecuencia no de esta gestión) y de la decisión de afrontar los costos políticos de una decisión u otra.
En el medio una ciudadanía que observa estupefacta, algunos arrepentidos incluso de haber defendido de manera acérrima la figura ex mandataria, otros esperanzados y quizás convencidos de que todo es una “opereta” más. 
A pesar de las diferentes miradas al respecto, seguramente todos tristes, porque esta situación no es institucionalmente agradable, después de tantas causas ¿a quién creer? ¿Cómo retomar la creencia política? ¿Cómo remontar la representatividad? ¿Y la justicia? Después de que pase el invierno judicial climáticamente enrarecido, quizás las sentencias nos den nuevos bríos, tal vez las respuestas finales a todas estas situaciones nos pongan realmente de cara con los debates que nos merecemos y debemos dar, sobre nuestras prácticas políticas envueltas en vicios, sobre la justicia que tenemos y la que quisiéramos. Sobre nosotros mismos. Mientras, a transitar y pasar el proceso así como lo hacemos los ciudadanos comunes, oyendo la que nos cuentan, teniendo que salir irremediablemente a trabajar.   Porque mientras la espera y mientras tantas causas, la vida sigue.




martes, 26 de abril de 2016

De repente, ¿hablar de Cristina es hablar de Mauricio?





Aparentemente se perfila un nuevo frente político, surge de la demanda social de unidad. Existe un reclamo social que viene desde el cansancio de la diferencia intolerante. Y se manifiesta en un reclamo a gritos.
Muy lejos está el discurso de la acción a veces y cuando eso pasa, los resultados terminan no siendo convenientes. Después de todo, detrás del que “une”,  tenemos que estar todos. La imagen de quien “une” debe ser clara y en lo posible fundar sus palabras en sus propios actos. La decisión sobre la legitimidad del unificador/la unificadora será finalmente de quien corresponde en nuestro sistema político democrático: el pueblo, el mismo que reclama la unidad.
Cristina Fernández, impuso tema en agenda, con la mirada puesta ya en próximas elecciones, evidentemente ella siente que su carrera política no ha caducado en diciembre de 2015, al menos no hasta que la justicia se expida y depende de lo que enuncie sobre los casos en los que se vio involucrada la ex mandataria. La etapa de investigación no se  ha cerrado, hay que poder probar las acusaciones.
Unidad es el reclamo y Cristina tiene encuentros con diversos sectores políticos a fin de “escucharlos”. Tras lo oído, se supone “se ajustará un plan de acción” para poder redefinir el disminuido kirhcnerismo, bajo la bandera del regreso.
Cristina sigue siendo una figura convocante. No hay dudas de su oratoria. De la habilidad para aparecer y ser centro de escena nuevamente. Le guste o no a sus detractores. De ahí a que logre “volver” hay un camino lleno de elementos donde no juegan solo sus habilidades manifiestas.
Por su parte, Mauricio intenta volver a subir la imagen, a tomar la iniciativa, a poner “títulos en tapa” para poder redefinir su perfil, después de todo él es el Presidente.
Responder o no a los comentarios del kirchnerismo – sobre todo los proferidos por Fernández en su “discurso tribunal”- se volvió el dilema interno al gobierno nacional.
 La comunicación no es el fuerte de esta gestión y se va constituyendo en medio de tironeos internos acerca de ¿qué hacer? En cada caso. Ideas encontradas que vuelven el clima enrarecido, dan la sensación de no tener plan claro, tampoco en este ámbito.
Va dando tibias señales de visión social, tomando nuevas medidas para rescatar la esperanza que se ve disipada, desdibujada tanto como su imagen tras los “Panama Papers”.
Sumado a ello, las novedades sobre todo el ámbito político están a la orden del dia, surgen por doquier, casi no podemos concentrarnos en un solo tema y al mismo tiempo parecen estar todos inescrupulosamente conectados.  Como si en algún punto hablar de Cristina sea hablar de Mauricio. Dicen que las acusaciones que van hacia la gestión anterior podrían reproducirse a la nueva. Que hablar de los “delitos” del ex matrimonio presidencial es “tocar” temas que pueden involucrar a la –ahora- familia Presidencial, con Franco a la cabeza.  
Inevitablemente surge la duda ¿Cuáles serán los puntos reales de conexión? Algunos dicen que hay más puntos en común que diferencias. Claro está que hoy se enfrentan en veredas políticas opuestas –es lo que quieren ellos también manifestar- y uno y otro han sido “exitosos” en sus funciones por fuera de la administración pública, resta por develarse quién de los dos -o en todo caso si ambos- pasará a la historia de nuestro país con la gloria de haber realizado una respetable gestión a la cabeza del Poder Ejecutivo que dejara la Doctora y hoy ostenta el Ingeniero.

La historia siempre juzga a través del irremediable -aunque a veces conveniente- paso del tiempo. Quizás solo el tiempo pueda mostrarnos/develar el misterio acerca de cuán conectados están los dos personajes políticos más importantes de nuestro país por estas horas. 

lunes, 25 de abril de 2016

Delincuentes del poder




No cambiemos el foco de la atención, no apuntemos a donde no corresponde, pongamos la mirada donde realmente tiene que estar, desviar la atención y culpar a los que manifiestan implica dejar de ver a los verdaderos delincuentes del  poder.
Aun si la gente acompaña por “el choripán, la coca o los 500” o bien lo hace por admirable convencimiento, de todas formas es respetable, de todas formas el responsable sigue siendo quien juega con los intereses y las esperanzas de la gente, quien hace abuso de su poder y por tanto quien manipula acciones a su favor a través de la necesidad del otro. El delincuente o los delincuentes siguen siendo los que con poder avasallan. Lo provechoso sería posar los ojos sobre ellos a fin de empezar a señalar los vicios de nuestra política. Las sanciones judiciales y sociales a éstos les pueden llegar si –y sólo si- hay voluntad.
¿Cómo juzgar a quien decide ir a un acto convocado por alguien que le da algo material a cambio? A esta altura creo que todos somos responsables de la cultura política que tenemos y de la calidad de educación que hemos venido “de­- construyendo” (dando pasos en contrario a su edificación) ambos factores se unen cuando tenemos que hablar de lo que nos está pasando. Los que hacen política acostumbrados a abonar apoyo, los ciudadanos acostumbrados al redito inmediato del intercambio. Culturalmente establecido el juego, los actores proceden como las reglas mandan.
Por un lado la captación política a cualquier precio, por supuesto si ésta es desde la idea implantada es mucho más poderosa, sólidamente cimentada. Por el otro, la necesidad que no tiene cara ni  cuerpo aunque se haga carne y se vuelva manifiesta, urgente. Desde la necesidad de creer, pertenecer, ser parte, como la de subsistir.
Si alguien -por necesidad o convicción- acude a una manifestación en defensa de una ex mandataria sospechada de haberse enriquecido de manera ilícita a través del cargo que ostentaba hace unos pocos meses, sospechada de estar involucrada en una “asociación ilícita” a través de la cual desviaba recursos (dinero) que en vez de ir destinados a los organismos pertinentes para la generación de servicios para el pueblo iban a parar a paraísos fiscales y cuentas off shore, lo haga por el motivo que lo haga debe ser responsable de lo que defiende o apoya, no solo ante sus pares sociales, ciudadanos, sino propiamente ante sus hijos. Pero esta responsabilidad no es la que socialmente debería acaparar nuestra atención, sino la otra, la más importante, la de los delincuentes del poder que son los verdaderos responsables del daño provocado.
La corrupción mata. Lo demuestran los hechos, la tragedia de once, los accidentes viales diarios, las mismísimas necesidades insatisfechas que se cobran vidas inocentes también a diario. Debería dolernos más, deberíamos tomar conciencia de ello más allá de la ideología. Qué importa esta cuando se trata de la vida.
Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Pero objetivamente utilicemos la misma vara, para el caso de Macri la culpabilidad sospechada es culpa directa, tendrá que probar que no lo es. Para la ex mandataria todo es un armado, tendrán que probar lo que hizo lo que dicen que hizo.
La etapa probatoria es en si misma tarea difícil si las hay, quienes entiendan realmente el entramado de asociaciones, fundaciones, vericuetos y viajes de dinero a distintas jurisdicciones a través de la apertura de distintas cuentas y operaciones, sabrán que el seguimiento se hace complejo, requiere de la inversión de tiempo y de dinero. Requiere sincera voluntad de hacerlo, la cual no estoy segura de que exista. No basta con una declaración ante un juez. Las pruebas fehacientes son necesarias. La justicia tiene su oportunidad de actuar y nosotros de dejarla hacerlo.

No vaya a ser cosa que dentro de cuatro años -o menos- estemos viendo el regreso del “ave fénix”, el resurgimiento como en 2010, con nuevos bríos, con lo cual “las culpas” en esa oportunidad si serán puestas en un electorado que a raíz de tanta decepción piense que el cambio no valió la pena y prefiera seguir creyendo en el atroz enunciado: “roban pero hacen”.  Y el círculo vicioso volverá a empezar, o daremos cuenta de que nunca se detuvo.

“Síntomas, Diagnóstico y Tratamiento (POLÍTICO)”


Todos los gobiernos lo han hecho, este intentó no ser la excepción… dejó un sabor a poco.




Es común que cada inicio de sesiones del Parlamento Nacional el responsable del Poder Ejecutivo del mismo ámbito emita un discurso donde vierta mensajes para toda la comunidad que –expectante- escucha lo que el Presidente tiene para decir.
Está bien para una analista política que intente ser “romántica” y plantear deseos de bienestar futuro para el conjunto social, pero en palabras del Presidente en pleno discurso de apertura del año laboral del Congreso Nacional, esto puede llegar a sonar a “lesa ingenuidad”, como diría un muy avezado analista político nacional.
Mauricio Macri inició su disertación alegando estar en un “contexto de optimismo”, quizás no sea hora aun de pinchar los “globos amarillos” que invadieron la Casa Rosada desde diciembre de 2015 pero podría poner en tela de juicio esta concepción trayendo a consideración cierto desánimo que se producen por los crónicos aumentos en los bienes y servicios de consumo, complementariamente a la pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios en general.
Creo que de arranque, el contexto es más bien de incertidumbre que de optimismo, para llamar las cosas por su nombre.
Reiterar enunciados que suenan bien a los oídos de cualquier bien nacido -que por tanto proyecta la noción de accionar en post del “bienestar general” (otro concepto que puede ser entendido como “romántico”)- no es suficiente para generar una profecía auto cumplida. Pero podría ser necesario.
Escuchamos en voz del Primer Mandatario que entre las diferencias y coincidencias ideológicas  debíamos encontrar y hacer foco en el crecimiento como país. Y “la felicidad para todos”. Insistiendo en arengar la suelta de globos amarillos a lo largo del territorio nacional.
Finalmente el conflicto por la alusión o no en el tan mentado discurso a “la herencia”, se definió por el ala que evidentemente ejerce algo de presión y logró torcer la idea de mirar hacia adelante sin hablar del pasado. Clarín y La Nación sumado a la, por ahora, bastante postergada parte de la alianza de gobierno.
Se miró al pasado y después de la evaluación del mismo se diagnosticó: “no estamos bien” como punto de partida. Macri anunció haber encontrado un Estado corrupto, desidia e incompetencia. “Cuesta encontrar papeles”, dijo. Para el nuevo gobierno nacional, el kirchnerismo forjó una realidad en base a una gran mentira. Y destruyó credibilidad política en el proceso. Esto no es invento K, quizás solo la re edición de la modalidad que se repite en la política argentina.
Los detractores hablan de “sesgo” del discurso presidencial, como si todos los mandatarios del mundo hablaran a sus representados despojados de sus propias inclinaciones ideológicas. Lamento comunicarles, el sesgo no es privativo del nuevo Presidente.
Creo que a esta altura del gobierno, a poco de cumplir el tiempo de “acomodamiento” del nuevo equipo en la función pública, lo que más molesta es la indefinición de políticas concretas que especifiquen la pretendida hoja de ruta.  Está claro el ideal, bajo los tres ejes: Pobreza cero, lucha contra el narcotráfico y combate a la corrupción estatal, ahora hay que hablar más del cómo conseguirlo.
Es tiempo de hablar del tratamiento. Falta dar ese paso. Sin él el sabor que cabe expresar es “a poco”. Macri se resiste a abandonar el espacio de conformidad y cae de nuevo en la noción duranbarbística de hablar lo menos posible de lo que se va a hacer. Entiendo, es una manera de “naturalizar” las políticas implementadas. Un día, de repente, tenemos la implementación a secas, sin mucha descripción o detalle de la medida.
No adelantarlas es alimentar el factor sorpresa, lo que es igual a alimentar la incertidumbre. 
Ahora en funciones y dada la falta de mayoría automática, la negociación probablemente sea el eje de toda la labor parlamentaria. La necesidad de acompañamiento Macri la conoce y hace sus mejores esfuerzos por conseguirlo. El llamamiento hoy es a discutir, sí, pero acompañar. Responsabilidades enunciadas como compartidas de por medio, de nuevo. Mauricio no quiere estar solo en el escrutinio al final del camino.  Tenemos una gestión por delante y parece depender todo de cada paso. Ojala se dé con el tratamiento adecuado para resolver y torcer aquel diagnóstico de partida. Por el bien de todos.


Lic. Karen E. Toledo.-

martes, 19 de abril de 2016

La tan mentada CEOcracia


Se juzga el posicionamiento en cargos públicos de agentes con fuertes vínculos con empresas. Exitosos o no en esos espacios ello no determina mayor capacidad en el ámbito estatal. Son dos espacios diferentes, que funcionan con lógicas distintas. Lo público y lo privado. Todo finalmente dependerá de la orientación política con la cual se tomen las decisiones.




   Desde el inicio del nuevo gobierno, junto al nombramiento del equipo que acompaña a Mauricio Macri empezó a hablarse de esta nueva forma de gestión política, la ocupación de cargos públicos por personalidades directamente relacionadas con las empresas. Los CEOs.
   La “tensión entre lo público y lo privado” una vez más en plena manifestación, los hasta ahora representantes de intereses empresarios se transforman para manejar los hilos de los intereses públicos ciudadanos. Y se pone en evidencia una polémica que tiene que ver con el juicio valorativo sobre aquellas personas. Sobre sus capacidades de adaptación de un ámbito a otro: ¿Podrán dejar de lado su vínculo empresario para vestirse de intereses públicos? ¿Podrán tomar decisiones en función del bien común sabiendo que afectan el interés ciudadano?
   O más profundamente aun, ¿están más o menos capacitados quienes hayan ejercido funciones de administración en cargos de autoridad dentro de una empresa para comandar los intereses sociales? Suele suponerse que son intereses posicionados en veredas opuestas. De un lado el agente de negocios, del otro el sujeto social. Lo privado frente a lo público. El funcionamiento desarrolla lógicas diferentes, sin lugar a dudas. Ahora bien, ¿cómo congeniar ambas en el espacio estatal?
   Se pone en consideración todo este análisis en función de un nuevo modo de pararse frente a la administración pública. Parece haber en el planteo un nuevo modo de hacer política.
   Se reedita la discusión público – privado en función de estos nuevos roles. Esta aparición en escena de agentes que con demostrada capacidad management en sus respectivos puestos de trabajo ahora serán puestos a prueba en el ámbito estatal que los convoca a través del llamado presidencial.
   No obstante, la evaluación sobre el trabajo de los CEO en el desempeño de sus nuevos cargos será en función de los resultados de la tarea diaria del gobierno, aunque no deja de ser evidente cierto mensaje político del nuevo equipo frente al Poder Ejecutivo Nacional respecto a la idea del funcionario privado superior al político de base y cancha, de carrera “estatal”.
   Es una señal similar a la que allanó el camino para las privatizaciones de empresas públicas, como si en las corporaciones privadas no existieran desmanejos financieros, corrupción e ineficiencias, como quedó probado cuando la alianza de bancos acreedores, grupos locales y multinacionales se quedaron con empresas estatales en la década del noventa.
  Son modos de demostrar una concepción económica que parece ser dominante que tiene como premisa el rol central del mercado y los actores privados en la producción económica. En este sentido, el sentido común de la sociedad es instruido acerca de que lo público se asocia con lo ineficiente, lo ocioso, lo inoperante, lo corrupto mientras enfrente se alza en el altar de la pureza el mercado y la actividad privada, paraíso de la eficiencia, la transparencia, la honestidad y la productividad.
   No obstante, en definitiva, el origen de un funcionario (CEO o político) no debería predeterminar su capacidad de gestión, ni tampoco una empresa pública será más eficiente (social y económicamente) si tiene una administración privada, estatal o mixta. La cuestión más importante, y fundamental para esa evaluación, es la orientación política sobre la gestión pública en función a la elección estratégica de qué proyecto de desarrollo de país transitar, dependiente de las potencias o con márgenes de autonomía que promuevan la industrialización e inclusión social. Lo relevante son las políticas; no las personas, y luego una buena gestión para alcanzar los objetivos previstos.
   Resta clarificar, desde el núcleo del poder político nacional, no tanto los objetivos, que han sido oportunamente declarados en los discursos presidenciales, sino las formas de llevar adelante la realización de los mismos. Y estas cuestiones son las que habrá que mejorar en términos de comunicación política.

   Hemos confiado en un nuevo color político de gobierno la administración general de nuestros intereses, en ellos se deposita la esperanza de miles de argentinos que esperan mejores estándares de vida, para sí mismos y sus descendientes. La evaluación final tendrá seguramente un capítulo especial para la labor de los CEOs dentro del Estado, pero quien llevará la mayor responsabilidad de todo lo hecho será el Presidente de la República, él mismo CEO devenido en político hace tiempo.