viernes, 27 de mayo de 2016

Cuán Unidos, cuán organizados, ¿para qué? Y los límites del cambio.


Unidos y Organizados fueron mientras estuvieron en el poder. Hoy desdibujados, a la espera. Mientras, el gobierno nacional se debate en el dilema que le plantea la promesa de cambio y los marcados límites del mismo –impuestos en función de una parte de la política de la que muy poco se dice, aquellos acuerdos de los que no sabemos o no tenemos evidencia fáctica-.






¿Cómo reconocer que por tantos años nos engañaron? Todo un desafío para quienes creyeron y hoy dudan, para quienes creen y sostienen, para quienes ya no creen y deben retroceder, para quienes nunca creyeron y sin embargo nada pudieron hacer.
 La gestión k ¿fue finalmente un infame relato? ¿Uno discursivo muy bien orquestado para los aplaudidores creyentes, mientras otro oculto verdaderamente manifiesto, desplegado solo para los integrantes del círculo económicamente organizado? Estos que vienen siendo Unidos hasta la derrota, organizados sólo para lo conveniente, hoy lejos del poder parecen ni lo uno ni lo otro, todo resulta tener un límite Y al respecto alguien muy peronista apuntó alguna vez: “hasta la puerta del cementerio”, enterrados juntos (léase encerrados) no.
Sería un tristísimo final para una gestión que gobernó durante doce años y supo construir poder – con billetera y mística, desempolvando viejos símbolos convenientemente o utilizando dialécticas de otra época – y se devela al presente  “un castillo de cartas”. Como si todo hubiera sido ilusión, “magia”.
 El FpV se fragmentó y por momentos se muestra endeble, sin embargo se sostiene porque el viento del sinceramiento no sopla tan poderosamente como se esperaba- A veces parece asomar con nuevas fuerzas. No las suficientes aun para asegurar nuevas victorias, aunque si para incomodar y el poder a veces también se mide por esto.
Hoy las evidencias –algunas más contundentes, otras al menos dejando beneficio de duda- indican que fue un desfalco bastante grosero, que las cuentas no cierran y que la herencia fue pesada. Lo es. Con todo, tampoco este gobierno está dispuesto a soportar la pérdida de actores que considera importantes, dejando que los rumores indecorosos se los lleven puestos y la cuerda siga tirando. Nadie olvida realmente “Panama Papers” y aunque se diga que no preocupa, está. Y también están los rumores que establecen una perturbadora relación entre la gestión anterior y la actual. Y en medio de todo, la gobernabilidad siempre puesta en juego y el límite es frágil, franqueable.  Se dice que hay acuerdos, que hay techos. Uno se pregunta cúan organizados y unidos estuvieron para terminar siendo acusados de todos los delitos de corrupción, administración infiel, fraudulenta, de los que se inculpa a la ex mandataria y buena parte de sus colaboradores. Y familia.
Había cosas que cambiar, la actitud soberbia y desafiante de una mandataria que creía tener el poder absoluto (había que “temerle un poquito”) que creía interminable ese poder. Lo extraño es que por momentos haya hecho campaña en 2015 para la oposición más que para ¿“su propio”? candidato. Acusada de esto, creo que no dio cuenta que el elegido opositor a quien dijo demostrar algo de respeto en esa cualidad, podía hacerse finalmente con el Poder Ejecutivo Nacional. Y el de la Provincia de Buenos Aires, como si fuera poco. No creo que haya sido plenamente conciente al pensar que podría volver después del caos y la ingobernabilidad de la gestión que la sucediera, producto de lo que su propio ejercicio de poder dejaba. (A veces hay que tener un poco mas en cuenta la propia historia argentina, ya en algún momento Sáenz Peña -allá por 1912- creyó que no perdería el poder la oligarquía (como “única capacitada para la administración de la cosa publica”) y abrió el juego. Cuatro años después no podían recuperar el poder perdido, por los canales formales. La experiencia por analogía podría significarnos que la desmesurada confianza en uno mismo y sus propias capacidades pueden no ir de la mano con el apoyo manifiesto en las urnas. El votante actúa de modos muy desconcertantes, aunque siempre conserva razón y por supuesto soberanía.
Había que cambiar las cadenas autobombo constantes, ya crónicas, generadoras de hartazgo, los discursos cargados de bajada de línea en post de aumentar la grieta. La obsesiva revancha manifiesta en todo el contexto de la gestión desplegada. Alguna vez corridos de la plaza de mayo, era necesario bajar un peldaño la figura de aquel líder e introducir en cambio la de “ÉL” y en todo caso la del nuevo matrimonio presidencial a modo de  “Unidos y Modernizados”.
Realmente no inventaron nada, vieron la oportunidad de rescatar y re editar formas políticas ya utilizadas y las pusieron nuevamente en práctica. Sostengo, la gestión sí se mancha con la corrupción. Nadie podría discutir lo bien hecho, pero las manchas son en perjuicio de toda una década de gestión y de la política misma.  
Había mucho por cambiar, pero lo más importante son los cambios de fondo que aun tendremos que esperar para ver concretados, tienen que dejar de ver la política como el espacio para el enriquecimiento ilícito. Para el juego con intención de robo de los recursos públicos. Sin duda, una lamentable enfermedad endémica no privativa de nuestra cultura pero si muy desarrollada en ella.
Un atisbo de cambio en este sentido es que el Poder Judicial hoy avance en la investigación de las sospechas que recaen sobre el actual Presidente de la República y que éste- aparentemente- se ponga a derecho. No es menor y es destacable, aunque siempre el juicio es póstumo y todo lo que tendremos que saber saldrá –o no- tras la finalización de esta gestión. Otra importante cuestión que debería cambiar, ya que estamos en la época de “cambiemos”.
Acuerdos o no hay límites impuestos por la propia situación política acostumbrada a negociar impunidad y gobernabilidad, apoyos mutuos, beneficios a corto plazo, “normalización”. Habrá que esperar para ver hasta dónde los rumores descubren certezas y qué omiten, disfrazan o desaciertan.


lunes, 23 de mayo de 2016

Definiciones, Veto y Continuidad


Modificar o no Modificar, esa ¿era la cuestión? Finalmente se aprobó la Ley anti –despidos y el veto presidencial llegó. Ahora esperamos las acciones sindicales, ¿hasta dónde llegarán? Aun ellos mismos no lo definen. Rumores de paro y en el medio más negociaciones. La política en acción.






Finalmente se expidió Mauricio Macri, hizo uso de una herramienta constitucionalmente prevista para la situación de una Ley que fue muy debatida, aunque resistida desde el inicio por el gobierno nacional. Fue todo un círculo de negociación, acuerdos, debate y finalmente decisión. Una decisión que pasó por el legislativo y luego fue el turno del ejecutivo. Todo traducido en un acto indudablemente político. Ahora el recorrido de la propuesta anti-despidos sigue su institucional trayectoria.
El engranaje institucional se encendió. Algunos dicen “a modo de farsa”, otros más confiados prefieren ver que la actividad institucional por fin vuelve a los rieles esperados. Hay actividad parlamentaria, hay discusión, hay juego de poder, hay política. Y siempre está de por medio cómo vemos el vaso, medio lleno o medio vacío.
Este derrotero sufrido por la Ley Cepo a los despidos puso en consideración varias cuestiones de nuestra política nacional. En primer lugar la supuesta alianza Massa – Macri fue puesta en tela de juicio. Davos los había “afiliado”, mientras este cepo de nuevo los dividió y enfrentó. Y es que los rumores de los que se tomaban los mismos del FpV y los del PJ (que propugnaban por aprobar la Ley sin modificaciones) acerca de Massa como parte de cambiemos se hacía insoportable para ese espacio, para el propio Massa.
Para quienes preferimos ver en estos juegos políticos más estrategia que convencimiento devoto nunca fue sostenible decir que el massismo sería funcional a cambiemos. Massa fue un candidato a Presidente y aun hoy es presidenciable, no va a vender ese reducto de poder que -con esta jugada- parece conservar. Algunos dicen “perdió” Massa en esta votación, yo creo que la carta en las urnas no se ha jugado, por tanto 2017 dirá. Hay situaciones que se definen en otro plano y en otros plazos.   
Esta Ley -hoy vetada- descubre además un boceto de la escena electoral de 2017. Massa claramente oposición, “constructiva” como les gusta decir. “Madura”. Hace jugadas prescindiendo de Macri. Contrario a aquellos rumores, plantea diferencia.
Los sindicatos son otros actores políticos clave en esta situación. Se habla de un pacto por  fuera y dentro del Congreso. Las obras sociales solicitan dinero del gobierno nacional con lo cual se dice que habría un apoyo tácito en función del arribo de ese importante recurso mientras en el Congreso no se da la transparencia – que pidió la diputada Elisa Carrió- sobre quienes tienen los cargos directivos sindicales. Bienvenida la Ley de acceso a la información pública, aunque pareció ser realmente una trasparencia selectiva.
Con gobernadores hubo otros acuerdos. Destrabar Rosenkrantz y Rosatti para terminar de completar la corte. Activación de la obra pública, motor de movilidad para las provincias. Se vienen necesarios acuerdos legislativos en materia impositiva, junio y julio prometen ser movidos a la espera del “salvador” segundo semestre.  Realmente el gobierno nacional debe tener iniciativa y con decirlo y repetirlo hasta el hartazgo no basta. Hay que tenerla.
El FpV se debate en sus propios reductos muy mínimos de poder, mientras el PJ sigue reacomodándose, saliendo del shock. Normalizados aun no, diría en definiciones.
En todo esto, la Ley anti- despidos, ha tenido un importante valor simbólico, señalaría más simbólico que de efectiva conveniencia práctica. El gobierno nacional reformuló sus alianzas y redefinió su oposición. “Ley anti empleo decía Macri” Le dio un valor en sí mismo a su acción de veto, dejando ese mensaje.
Podemos encontrar polémica, de nuevo, respecto al contexto del anuncio del veto, y ver la situación desde la mirada estética del conjunto: Mauricio Macri anuncia el veto en Cresta Roja, “modelo anti-despidos” del Presidente. Una empresa recuperada. Intentando dar señal de que la ley en discusión no era necesaria. Reitera, es contraproducente, arbitrariamente inoportuna.
Es más el análisis que una puede desenvolver de las palabras dichas que de lo dicho realmente tras su  breve -pero esperado con mucha atención - discurso. Es interesante leer entre líneas y teniendo en cuenta el contexto lo que va sucediendo.
No sabemos hoy si sin el cepo llueven inversiones mañana o si con el cepo terminarían los despidos o terminarán cerrando algunas Pymes. No se sabe a corto plazo lo contundente las medidas y qué reacciones que pueden provocar.
Las inversiones llegarán por múltiples factores, la economía argentina se reorganizaría por razón de múltiples factores, entre ellos recuperar la confianza. Si me preguntan si el veto por si sólo genera recuperar la confianza tampoco es algo que se puede saber de inmediato. Lo juzgaremos a la luz de los hechos, de lo que vaya pasando.
Es importante de la convicción en el camino, del Presidente. Parece sostener convicción del plan de su gobierno, este no declarado sino expuesto a través de medidas y encuadrados en la reiteración de oraciones de gobierno emblemáticas: Pobreza cero, inflación cero, pleno empleo. La “Revolución de la alegría”.
Lo objetivo es que un país con marco regulatorio firme, con seguridad jurídica es más atractivo que uno que no es así. Macri lo sabe. Por el momento, la vida continúa. Aunque siempre es posible que haya cambios. Lo dinámico –léase lo dinámico, no lo incierto- de la vida es lo que condimenta la perspectiva política misma.




miércoles, 18 de mayo de 2016

Ley Anti-despidos y una muestra de las elecciones que vendrán.



Sin dudas la situación política de nuestro país se encuentra por momentos enrarecida. Hoy enfrenta una situación clave que es casi una nueva pulseada política donde gobierno – oposición miden fuerzas nuevamente. Y en el medio, trabajadores, siempre los mismos. A veces parece no ser clara la defensa de los intereses ciudadanos, se confunde con la competencia y el juego de poder propio de la política misma. 




Todo puede entenderse teniendo en cuenta lo que se viene: el 2017 y las elecciones. Los actores políticos en escena siempre están pendientes -o deben estarlo al menos para poder sostener su carrera en vigencia - de la situación y el contexto presente pero pensando en el plazo extendido. Por supuesto, atentos a la propia base de sustentación que los sostiene, su electorado, quienes dan legitimidad a través de las urnas, quienes acreditan por tiempo determinado el ejercicio del cargo público.
Esto es particularmente interesante al momento de evaluar las acciones de los diputados y senadores en sus cargos, máxime sosteniendo que estos intentan escalar posiciones, avanzar. Planteo la mirada puesta incluso más allá, en 2019 y la presidencial y como punto de toque hoy, hago referencia al tratamiento de la Ley Antidespidos que viene siendo el foco central de la nueva pulseada política y de los que se juegan desde ya la posibilidad de “ser presidenciables”.
Massa anunció que si no se hicieran las modificaciones en el mentado proyecto del cepo laboral, modificaciones en lo referente a las exenciones específicamente de las Pymes y algunas palabras técnicas del texto planteado que podrían desvirtuar lo que debería ser el espíritu de la ley propuesta (el cual debería ser de protección al trabajo y a los trabajadores) finalmente podría no acompañar el proyecto, con lo cual peligra de alguna forma la aprobación del mismo.
Desde que asumió el nuevo gobierno nacional todos los días vienen siendo claves en términos de la negociación política que se lleva adelante en torno a cada situación, lo cual es interesante resaltar, hay diálogo. Y en derredor de esta limitación a los despidos que intenta poner el freno a una realidad que se devela apremiante y por demás angustiante para miles de trabajadores y familias que temen su circunstancia laboral, la puja viene siendo algo conflictiva porque no hay efectivamente un llamado abierto, convocante del gobierno nacional a sectores interesados que puedan discutir la situación desde una perspectiva plural. Y la discusión que se lleva adelante en el parlamento donde se debate acerca de esta materia amenaza con ser finalmente vetada por el ejecutivo. La cual aunque es una circunstancia prevista formal y legalmente parecería no ser lo más conveniente para el juego de la gobernabilidad.  
El gobierno nacional intenta parar el cepo o al menos dilatar el proceso, apuntando a generar la estabilización que dicen ellos mismos, sobrevendría pasado el primer semestre. El fin del primer semestre se encuentra muy cercano y sin embargo el –conocido, poco célebre- “efecto derrame” en el que el gobierno nacional confía, parece estar retrasado. Veo con cierto temor, porque oigo los rumores que suelen no equivocarse, que la situación no tiene resolución o al menos la frontera visible aun no muestra que esto esté efectivamente en vías de resolverse. Macri enfrenta una situación de embudo de acción que dificulta su situación. Ha dicho que vetaría la Ley si esta se aprobara pero los costos políticos de tal veto no terminan de estar clarificados.
En el mejor esfuerzo por dejar la mirada más positiva posible por el respeto y la prudencia que me merece este gobierno que lleva cinco meses de gestión, en este esfuerzo supremo por la objetividad en la mirada y en la palabra, debemos entender que es un paso a paso, es casi un minuto a minuto el planteo del asunto porque refiere básicamente a acuerdos políticos que ponen en juego futuros políticos y –más importante aún- “bolsillos sociales”. Hay que confiar en que este gobierno puede resolverlo.  
Referí en varias oportunidades que este gobierno de cambiemos viene adoptando medidas que tienen más de polémica que de “ADN social”, que parecen estar más atentos a la mirada externa o a la mirada de grupos económicos que a la del pueblo que es quien, en última instancia, dio el voto de confianza y aun hoy sostiene. Sostiene de alguna manera porque entiende que el gobierno anterior tiene culpas que expiar respecto a la situación en la que estamos hoy y sostiene también porque aun decide no dar el paso hacia la quita del apoyo efectivo. Es un paso el que hace la diferencia. Son las actitudes del gobierno nacional las únicas que pueden definir y determinar su propia condición de gobernabilidad.
Si se persiste en no oir, en no mostrar más “cara social” y hacer una presión efectiva a los grupos económicos concentrados, con la fuerza y autoridad propia que le corresponde a Poder Ejecutivo Nacional, difícilmente el gobierno de cambiemos pueda sostener el apoyo de quienes aun hoy deciden dar tiempo. Esperar y confiar. Aceptar el discurso presidencial y no dar el paso hacia la desilusión y la ingobernabilidad.
Hay que decirlo, la situación política se enrarece por momentos, son varios sectores en pugna, y como contrapartida un oficialismo que carece de un mecanismo aceitado de comunicación y de un proyecto económico definido. Parece ser éste un plan que, en el ánimo de confiar en los empresarios y en el esperado apoyo por parte de éstos -confianza que parece excesiva para muchos analistas- alienta por demás a los grandes grupos económicos y muy poco a los sectores más vulnerables.
Hay un límite claro en todo esto y siempre refiere al bolsillo. Si la demanda no es escuchada el bolsillo inevitablemente determina la situación y puede terminar dando fin a cualquier administración que juzgue insoportable, insostenible. Esto es lo que no se puede perder de vista, esto es lo que hay que tener en cuenta y aquí se juega todo el futuro del gobierno -o desgobierno- de un país.
Existen muchos elementos por analizar, todas cuestiones que enturbian el ámbito político de nuestro país que por estas horas define el destino de una discusión que podría costar políticamente caro al gobierno nacional. No obstante, la verdadera espera será ver qué sucede pasado el semestre y avanzada la carrera electoral 2017 donde candidatos y fuerzas políticas se expondrán de manera manifiesta y efectiva a la decisión del pueblo.


miércoles, 4 de mayo de 2016

A esta altura, “cae de Maduro”


La actualidad de Venezuela puede servir de ejemplo a no seguir. En su momento se decía que el gobierno kirchnerista transitaba el mismo camino que el gobierno bolivariano. El gobierno kirchnerista culminó, es momento de Cambiemos, pero éste también puede mirar y aprender. Escuchar y Resolver.





Existen multiplicidad de temas para hablar de nuestro país y nuestra situación particular, pero vivimos en contexto y suceden cosas externamente que pueden tener repercusión interna, por ello me parece interesante proponer la mirada a Venezuela planteando la perspectiva de análisis y ¿Por qué no? Aprendizaje político - institucional.
En Venezuela existe una crisis económica, social y política que se remonta a -al menos- 10 años atrás. Algunos analistas hablan de más de diez años. Se ha establecido un modelo “bolivariano” que podríamos denominar –emulando al viejo comunismo teórico en algunos puntos- un “comunismo chavista”, formalmente un intento de socialismo, es decir un paso más allá del comunismo. Fue iniciado por Hugo Chávez en 1999, sucedido en continuidad por Nicolás Maduro. Un modelo que lleva 17 años en el poder.
Fue un modelo muy discutido, muy combatido internamente, provocador de división social marcada. No podemos obviar además el enfrentamiento directo con EEUU como depositario de las acusaciones de “todos los males”. Un modelo que desarrolló un intervencionismo estatal pronunciado, excesivo. Interviniendo no en el control de los precios de mercado, vigilando la suba de los mismos sino directamente al bolsillo de los trabajadores, cambiando así el foco de la intervención “aceptable”.
Venezuela sufre hace años una crisis socio-política, se encuentra dividida  en dos de manera tajante, para hacernos una idea, la “grieta argentina” incluso no es tan profunda como la división social existente en aquel país. Constituye realmente un contexto político sumamente conflictivo. Problematizado. Por momentos en nuestro país se “temió” poder llegar a niveles venezolanos de crisis.
En estos momentos se lleva adelante el inicio de un proceso, como todo proceso consta de etapas, se transita por estas horas el paso inicial, se elevaron firmas con el pedido de activación del proceso de revocación de mandato del Presidente Nicolás Maduro, quien desempeña el cargo desde 2013 sucediendo a Chávez tras la muerte del mismo. Este proceso es un elemento constitucional inscripto dentro de lo que se denomina democracia directa, democracia participativa. Implica una decisión ciudadana de dar por terminado el mandato del Presidente. Acortar su gestión y renovar autoridad.
La oposición en ese país intentó desplazar del poder a Chávez en diversas ocasiones y con distintas acciones institucionales y no institucionales. Masivas movilizaciones y machas de protestas durante 2002 y 2003, solicitud de renuncia, hasta un fallido golpe institucional, el paro petrolero de diciembre a febrero 2002-2003, recolección de firmas para referendo en post de la renuncia del presidente entre los mismos años.
Dado el fracaso de todos estos intentos la “revocatoria del mandato” adquirió especial relevancia y fuerza como mecanismo institucional y electoral dentro de la estrategia opositora para remover al mandatario. Finalmente Chávez dejó este mundo en ejercicio de sus funciones.
Actualmente empieza a concretarse lo previsto por la Mesa de Unidad Democrática (MUD)[1], que hace casi dos meses prometió la activación de “todos los mecanismos constitucionales” para impulsar la formación de un nuevo gobierno.
Para explicarlo en términos más familiares: “No hay gobierno que dure cien años, ni cuerpo que lo soporte”. El gobierno de “revolución bolivariana” iniciada con Hugo Chávez, continuado por Maduro, ha cosechado amplia oposición, eso sumado a crisis económica asfixiante, restricciones económicas, vaciamiento de góndolas, problemas graves de stock en bienes de consumo primario, además restricciones políticas, denuncias de persecución y avasallamiento político a la oposición. Denuncias de “presos políticos”.
Nuestro Presidente ha hablado en campaña sobre la situación para él reprochable de asociación argentina casi íntima (Chavismo – Kirchnerismo) con un Estado denunciado de violación institucional y violación de derechos humanos, denuncias seguidas de cerca por la comunidad internacional.
En este caso, Venezuela contiene una crisis política que va de la mano con la económica y ambas se refuerzan mutuamente. Sostienen además una crisis energética preocupante, lanzaron un plan de racionamiento de energía eléctrica para poder salir de este escenario.
Para tener una idea acabada de la crisis integral manifiesta basta mirar los indicadores, lo que sucede es que todo se complejiza aún más por la división social que sale a las calles con marchas y contra marchas a favor y en oposición del gobierno.
En una manifestación del 1ro de Mayo Maduro dio un discurso fuerte instando a tomar las calles en función de la defensa de su gobierno frente a lo que él considera una ofensiva de la oposición. Fue una manifestación de fuerzas un día después de la llegada de los dos millones de firmas en post del pedido de inicio del proceso de revocación.
Mirar a Venezuela nos puede proporcionar ejemplo y aprendizaje para no incurrir en errores que nos lleven a aquellos niveles de crisis, aunque nuestro país transita institucionalmente situaciones diferentes. No es novedad que la situación económica puede marcar el destino de los gobiernos. Sellarlos.
El pueblo decide. En 2001 fue la sociedad en las calles la que determinó la salida de un gobierno democráticamente elegido. De la Rúa llegó a una instancia (varios elementos se conjugaron para ello) en la que el conflicto social se volvió insostenible y su mandato fue “revocado” – interrumpido- por el pueblo en las calles. Sin ánimo de hacer “predicciones” al respecto, el mensaje del presente es de la importancia de prestar atención más que de elucubrar situaciones de ruptura. Oír demandas sí, pero más importante aún responderlas.




[1] Es una coalición de partidos políticos de Venezuela que hacen la oposición formal y democrática al partido gobernante. Está conformada por tendencias políticas, socialdemócratas, socialistas, progresistas, democristianos, centristas y laboristas.

La pulseada, midiendo fuerzas políticas.


No es novedad que los gremios tienen poder, pueden torcer voluntades y hasta poner en jaque la deseada aunque a veces ingenuamente desprotegida “gobernabilidad”. Algunos gremios decididamente pueden parar el país y con ello poner en escena pública la demanda social tras la cual se embanderan. Los gobiernos no pueden subestimar el poder de los trabajadores, ni de los sindicalizados, ni de los no sindicalizados. No debería minimizarlo.
Por supuesto, el enunciado proveniente desde el gobierno nacional que expone que esta marcha se da en función de ”no ser este un gobierno justicialista” puede tener asidero. El PJ no sabe ser oposición, tiene que tener el poder, si no lo tiene formalmente, demostrarlo. Y no es lo mismo el sindicalismo cuando tiene enfrente un gobierno nacional del PJ que cuando no. No olvidemos de dónde y cómo surgen los sindicatos históricamente en nuestro país.
Cambiemos da oportunidad también para que los trabajadores se unan, las centrales –otrora “divididas y reinadas”- hoy tienen espacio para convocar a la unidad en función de las medidas económicas polémicas que desde la nueva gestión de gobierno se han tomado.
Todo parece indicar que el” bolsillo debe aguantar”, ya no se trata de culpas, no pensemos en ellas, si la responsabilidad de esta situación le cabe al gobierno anterior o no hoy eso no resuelve nada, y lo perentorio es resolver.  
Tiene asidero también el enunciado que lanza el gobierno respecto a tener perspectiva en coincidencia con la de los sindicalistas, en coincidir con el reclamo de base, aunque el gobierno dice pensar en largo plazo, mientras los trabajadores necesitan respuestas inmediatas. Y allí desentonan. Es viable el discurso y las acciones con las cuales pretenden bajar la inflación, estabilizar, armar buena base para crecer desde ahí. Pero lamentablemente ello no se traduce en la inmediatez de la necesidad. No se manifiesta de manera directa en llegar a fin de mes cubiertos. Y todo atenta contra la gobernabilidad, que debería estar pasando por una luna de miel más sosegada.
Es verdad que no se puede justificar todo desde la pesada herencia o recriminar todo a este nuevo gobierno que solo lleva 4 meses de gestión, pero quien ganó las elecciones legitimado por el apoyo del pueblo hoy debe responder a las promesas realizadas si pretende seguir recibiendo aquel sustento.
Esta es una pulseada política. Una marcha para la demostración de poder. Fue masiva y los sindicatos –si bien no demostraron holgada unidad de concepción - se mostraron juntos y con concurrencia amplia.
Se espera el veto, veremos qué sucede con el mismo, haga lo que haga Macri debe enfrentar los costos políticos que le harán pagar aquellas esperanzas desestimadas por sus políticas y polémicas decisiones.
Retroceder no debería  “ponerlo de pie” al Presidente. Retroceder (no vetar) es también replegar fuerzas para retomar empuje. Si diputados finalmente concreta la ley anti despidos Macri debería llamar a un acuerdo más amplio. El equipo de gobierno debe analizar internamente cómo salir de este brete.
No es un gobierno que ignora la cuestión social, aunque así lo parezca. Quiero creer que Macri ve la necesidad de tomar medidas en post de lo social, solo que lo ve a destiempo, a contramano de cómo viene la demanda. Y donde hay reclamo, donde hay necesidad, tiene que haber respuesta. Las cuestiones sociales urgentes no pueden esperar.
Cristina primero, hoy el sindicalismo, marcaron la cancha en un abril febril y convulsionado. Judicial, social, política y económicamente. Parece dar paso a meses que prometen seguir en consonancia con éste.
A Mauricio Macri le resta algo de margen de acción sin que este conflicto sea la marca de un camino sin retorno. Puede pensarse en modificación de la ley antidespidos, en un acuerdo distinto arribado tras una nueva discusión, más amplia, más participativa. Por más que lleve tiempo, también para ganar tiempo. El planteo debería ser integral. Tarea para el gobierno de Macri. La salida es política, como la pulseada.