sábado, 27 de agosto de 2016

Argentina, un país que necesita pensarse


 (Y siempre es buena la oportunidad para hacerlo).
En términos de debates pendientes siempre está el futuro que queremos para nuestro país. Ahí es donde no parece haber acuerdo. O al menos la resolución post discusión parece no superar la instancia en la que nos encontramos.
¿Nos quedamos con el  discurso político que plantea algo distinto a las respuestas sobre nuestros recursos? o ¿queremos que la justicia avance para descubrir la verdad?
Solo una pregunta, ¿hasta dónde damos el debate profundo que merecemos?
La utilización de los Derechos Humanos como escudo para evitar ir a la justicia a dar explicaciones. O la utilización de una base de sustentación militante que sostiene e intenta rebatir toda denuncia, todo argumento distinto a aquel que sea en beneficio de los líderes políticos que los convocan, defensa ciega porque no se trata solo de denunciar, en muchos casos hay evidencia más clara al respecto.
¿Estamos en condiciones de plantear las resoluciones a nuestros propios problemas sociales?
Como sociedad no podemos continuar eligiendo malos representantes. Ello habla decididamente de una de las discusiones que debemos darnos a nosotros mismos y en las elecciones que hacemos, los representantes que nos damos. Lo que elegimos en las urnas. ¿No hay opción? ¿Realmente no la hay?
Hablamos de confianza en algunos candidatos para algunas instancias no así para ejercer el cargo Presidencial, cabeza del Ejecutivo Nacional. Suena por momentos contradictorio. No obstante es lo que razonamos al momento de depositar el voto en las urnas. Así como otros factores que analizamos, por supuesto.
Creo que el no tener un partido organizado, con historia política detrás juega mucho en contra. El PRO tuvo al radicalismo y a la coalición cívica con quienes supo constituir una alianza que lo llevó, los llevó, a la victoria.
¿Hasta dónde damos el debate reflexivo que socialmente nos debemos?  los partidos políticos tienen su propia cuota de responsabilidad también en darlo, son parte de la sociedad.
Los mismos partidos políticos que hoy tenemos se replantean sus propias identidades internas en función de la necesidad impuesta de re definirse. Una imposición dada por desdibujarse tanto. Las instancias electorales parecen presentar la necesidad de alianzas y esto difumina las fronteras.
Parece claramente que la discusión social hoy se plantea de manera azarosa, no permanente ni profunda. Sobre la justicia, sobre la política, sobre las organizaciones sociales, sobre lo económico, la reforma constitucional electoral, sobre el futuro de la educación en nuestro país, o la salud. Son temas abiertos a discusión, los vamos dando a medida que se van presentando denuncias o hechos a investigar por la justicia o casos de dudosa moralidad para el acervo social. Sin embargo no podemos darle resolución porque en muchos casos nos supera la situación. Nos supera una grieta que no parece tener cierre claro. Al menos no en términos de fecha cierta de recomposición.
No parece haber un líder que hoy plantee la aceptación de la mayoría que sería un factor importante dada la sociedad que tenemos acostumbrada al seguimiento de un líder. La aparición de éste podría ser el factor unificador. Convocante. Uno que nos lleve a creer de nuevo en la potencialidad y lo bello de la política. Como lo fue para muchos analistas las primeras instancias del propio Néstor Kirchner.
Necesitamos un líder que no termine enfermándose con el poder y por el poder, desarrollando desde el mismo acciones ajenas a la defensa real de nuestros intereses. Es necesario. Mientras, los debates esperan.



El dilema del Cambio


A veces hablamos desde información directa, conocida públicamente a través de los medios, publicada en los medios, otras recurrimos a rumores en función de que también son información pero no tienen reconocimiento publico por parte de los involucrados y

Muy pronto para abandonar el barco, aunque quizás “cambiar las caras” pueda resultar positivo,  un lavado de imagen a la gestión, no obstante significaría reconocer de algún modo que el plantel de gestión más importante de los últimos años no dio resultado. Un dilema tremendo para los pocos, (quizás suficientes) meses de gestión de la era M.
Se dice que en los últimos días, dos de los ministros más importantes del equipo de gobierno habrían intentado elevar sus respectivas renuncias y dejar sus cargos, se trata del Ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren y el Ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay.
La situación de los denominados “tarifazos” de los servicios públicos resuelto por la Corte Suprema, la obligación de las audiencias públicas a las que el gobierno había sido totalmente renuente  y las denuncias hacia el propio ministro de la cartera por su vínculo con Shell, con las sospechas sobre los beneficios que habría brindado en este sentido, han sido polémicas fuertes para el gobierno nacional. Se convirtieron en pesadas mochilas para la gestión, dejando de manera irremediable la noción de haber padecido una derrota política que podría haber sido evitada.
Por su parte, se dice que Alfonso Prat Gay no mantiene buena relación con el Jefe de Gabinete Marcos Peña, que no participaría de la mesa de decisiones del gobierno y que no se ajusta al instructivo de conversación con los medios que intenta desplegar la gestión. Por todo ello su situación también se ve desdibujada dentro del conjunto.
Ambos Ministros parecen no tener buena comunicación sino sólo coincidir en no sentirse cómodos en sus funciones, por lo cual habrían presentado sus declinaciones, pero ellas no fueron aceptadas por Mauricio Macri, quien tiene la potestad de relevarlos.
A esta altura, muchos podrían razonar que la modificación en el equipo ejecutivo podría dar un nuevo impulso a la gestión, pero los temores sobre los costos políticos de cada movimiento son medidos con suma importancia.
Me parece que el gobierno terminó siendo victima de la frase que utilizaron en campaña y que les dio el nombre como alianza política y es cambiemos. La sociedad reclama los cambios. Los que no los votaron repudian los cambios respecto de la gestión anterior y ellos mismos dan cuenta de que los cambios son mucho mas difíciles que lo que plantearon al principio.
Se muestran esperanzados de poder hacerlos aun pero hay una situación social que los obliga permanentemente a mostrarse distintos. Y lo son.
Respecto a la situación de los ministros, Mantenerlos en sus cargos resulta para el oficialismo lo menos perjudicial. Resolver las internas y volver a repensar las políticas implementadas a fin de sostener el apoyo social y la esperanza generada en la opinión pública es la intención que subyace a cada nuevo paso.
Después de todo, son importantes las figuras que ostentan los cargos públicos, sus condiciones, sus aptitudes para el desenvolvimiento eficiente en los mismos pero lo más importante es la perspectiva política de cada medida lanzada. Parece seguir costándoles mostrar la cara social en ellas y esto es incluso más determinante que las propias figuras en los ministerios.
El Cambio parece ser hoy el dilema. Y el mismo se podría resolver con el cambio de perspectiva. Las medidas deben ajustarse a las demandas sociales que por estas horas son muchas y el “temido diciembre” está cerca.



¿Se viene la oposición a Gildo Infrán?


Los rumores hablan de que éste sería el próximo paso de Cambiemos, intentar "posicionar" al actual Ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile en la provincia, para medirlo a fin de que se haga espacio con miras en primera instancia a 2017. Pero el verdadero propósito es llegar a 2019 con otras pretensiones.  Candidato a la gobernación, seguramente.
Es sabido que el Gildo Insfrán no tiene la complacencia del gobierno nacional. Una de las cuestiones que plantea la gestión Macri respecto del cambio es la modificación de reglas electorales que en la provincia rigen. La reelección indefinida es un tema de debate que parece ser un bastión provincial que –sin embargo- el gobierno local estaría dispuesto a ceder. Se dice que habría habido conversaciones al respecto.
Se presume que lo logrado hace unos días en la Provincia de Buenos Aires se replique en otros puntos del país, erradicando una de las consignas que parece ir en contra de la democracia misma como lo es  la posibilidad abierta a la reelección indefinida.
La ley de lemas representa el otro elemento electoral que se supone podría ser eliminado. Al menos desde el oficialismo nacional, sobre todo desde el ala radical de la coalición gobernante, se reclama.
Es llamativo el surgimiento de ciertas denuncias en las últimas horas, acerca de la habilitación por parte del gobierno provincial a cientos de ciudadanos paraguayos para el cobro de jubilaciones, presentando los mismos direcciones falsas como lugares de residencia. Se cree que esto formó parte de un circuito en el que tras el cobro de la pensión jubilatoria se habilitaba también la participación en los comicios con la emisión de los respectivos votos.
Es sabido que las herramientas electorales en vigencia siempre tienen influencia y repercusión en el propio desarrollo de los comicios y en los resultados. Se entiende que modificándolas se generan nuevos resultados, un “barajar y dar de nuevo”. Se espera poder modificarlas para no solo aggiornar al país en su totalidad en términos de los tiempos que corren sino además restar poder a un gobierno que lleva sus años en gestión en la provincia.  
Más allá de las reglas formales de las elecciones, todo lo que tiene que ver con lo informal, lo que está por fuera del propio régimen electoral es un detalle para nada menor. Lo que hace a la propia idiosincrasia local, claro, pero además como condimento todo lo relacionado con el aparato de gestión que se activa de manera aparentemente irremediable en épocas electorales. Una maquina muy bien aceitada que registra las funciones de cada engranaje en su funcionamiento.
A todo esto ya ha dado frente Ricardo Buryaile en al menos dos oportunidades. Ahora con el apoyo nacional cree poder tener una nueva chance. Veremos.  Lo que si se puede decir sin temor a equivocarse es que para ganar Formosa, hay que CONOCER la Provincia... es un dato no menor para el candidato que ansia obtener la victoria. Y no se trata de solo una frase hecha ni evidente sino de un amplio y profundo conocimiento. 
No parece facil ni siquiera potencialmente probable que Insfran pierda en caso de que se postule nuevamente en 2019, sobre todo despues de ganar con el margen con el que suele hacerlo. 
Habrá que ver los movimientos, las estrategias, las modificaciones si es que existieran en los factores electorales y el contexto nacional para una fecha que aun esta muy lejos. 

jueves, 18 de agosto de 2016

“El Populismo”, mal visto


Todas las teorías representan un ideal, el éxito de la “bajada” a la práctica está ligado a infinidad de factores coadyuvantes. El problema termina siendo más profundo que el modelo implementado.
El contexto y la idiosincrasia del lugar, marcan el estilo del  populismo, lo caracteriza. Aunque no hay una forma univoca de definirlo sino más bien siempre polémica entorno su consideración.
¿Qué es? Un sistema político que sin distinción de la vieja y conocida noción de izquierdas y derechas cumple con la tendencia a propugnar la defensa de todos los intereses del pueblo. No hace distinción ideológica sino más bien se trata de procedimientos, toma de medidas concretas. Algunos plantean que no llega a ser un sistema, que resulta sólo una “tendencia política”.
El concepto en si tiene un uso en términos peyorativos que no le corresponde. Se ha llegado a hablar del populismo como “el mal de los Estados contemporáneos de nuestra América Latina”. Y para algunos no constituye un sistema político en términos académicos, aunque puede verse de esta forma en  tanto va presentando un conjunto de normas que guardan relación entre si. Se entiende que todo intervencionismo estatal, toda implementación de medidas antielitistas, de igualdad de oportunidades, movilidad social ascendente, todo surgimiento de líderes políticos carismáticos etc. son elementos de este tipo de sistemas.
Los detractores son aquellos que ven en todo lo “popular” sinónimo de atraso en términos de evolución social. Lo que señalan como despectivo es la tendencia a masificación, la detentación del poder de un líder que se convierte en “el líder de culto” al cual se rinde pleitesía. Se entiende que se genera un circulo vicioso donde todo queda en manos –sobre todo y porque se da en sistemas presidencialistas- de una persona, el Poder Ejecutivo que termina haciendo demagogia, aquella distorsión de la democracia que denunciara Aristóteles. Y el pueblo por costumbre, por convicción, por necesidad sigue dando el apoyo electoral en las oportunidades que se presentan.
Todos los sistemas políticos generan costumbre y sobre esta se despliegan con holgura ya que se reproducen sin inconvenientes. Cada tanto puede entrar en crisis, por alguna circunstancia que le interrumpa el habitual desenvolvimiento, no obstante generalmente puede  recomponerse, “tapar el bache”, readaptarse y continuar.
Lo que sin dudas genera es una amplia base de sustentación, producto de la defensa que se hace desde los más débiles que siempre son mayoría dentro de la pirámide social, quienes por conveniencia económica y beneficios personales sostienen a quienes amparan continuar con el modelo. Es bueno intentar entender la perspectiva de quien de no tener expectativas de repente las logra, y tiene potencialidades de ascenso social, a través de la educación o mejora en la calidad de vida para sí y su familia.
El sistema se vuelve perverso en otros términos, cuando los líderes se adueñan de los resortes del poder y acumulan los mismos en sus manos, cuando se “ceban”  y obnubilan producto del poder que abarcan y detentan y desvirtúan la consideración teórica positiva del populismo.
Su propia base de sustentación puede revisar las condiciones y hasta intentar cambiar lo negativo, quizás cambiar al líder sin modificar la esencia del sistema que es la defensa de los intereses del pueblo de todos los modos posibles.  
Lo rico de los análisis generales es entender que las teorías pueden sufrir modificaciones en la práctica. Que no es perfecta, aunque perfectible. Que no necesariamente populismo debe ser asimilado a lo negativo que puede generar tal tendencia. Que sea cual fuere el sistema que implementemos está relacionado con la idiosincrasia que tenemos. Centrarnos en la crítica al régimen populista en sí es correr el eje de la verdadera discusión que deberíamos darnos.
El problema real consiste en la distorsión que hacemos en la práctica de los modelos que podrían resultarnos beneficiosos en caso de no introducir en su implementación vicios: corrupción, malversación, clientelismo, demagogia. O la utilización para beneficios personales de quienes detentan el poder, lejos del planteo del bien para el pueblo.

Mejor sería poder establecer pautas de convivencia consensuadas tras debates sociales profundos y continuos. Mientras no lo hagamos, todos los sistemas que implementemos pueden caer en los vicios propios de una sociedad que no define sus nortes.  En estas consideraciones se entiende que la cuestión es mucho más profunda y reclama debate reflexivo al respecto. 

martes, 16 de agosto de 2016

Estados Unidos, no sólo una carrera por la Presidencia.




Los hitos históricos representan un antes y un después en el transcurrir de los tiempos. Esta campaña y la victoria de cualquiera de los dos candidatos a Presidir el país del norte, significarán seguramente un verdadero antes y después, no sólo para los Estados Unidos.
Como lo fuera el caso de la primera elección lograda por Obama, sobre esta campaña y próximas elecciones -previstas para noviembre de 2016- se tejen un sin fin de especulaciones respecto a cada candidato y las medidas políticas / económicas que podría llevar adelante.
Las fortalezas y debilidades de los candidatos son muchas, entre las más relevantes se critica el accionar de la ex Secretaria de Estado respecto a las tropas en Irak, en 2003 votó a favor de la invasión a ese país. Es una, entre otras cuestiones en las que se ha visto involucrada que han restado credibilidad. No obstante, es de resaltar que por primera vez logra una candidatura presidencial una mujer en ese país. Mérito propio seguro, es una mujer de reconocida trayectoria dentro del ámbito político, pero también resulta del apoyo de otras mujeres que manifiestan en ella identidad y por supuesto la cuestión de género se resignifica allí donde en este aspecto están mucho más atrasados que en nuestro caso, dichos de la misma actual primera  dama, Michelle Obama en su visita a la argentina.
Donald Trump tiene lo suyo, es visto como el empresario que incursiona en política, plantea una serie de polémicas medidas como lo es “el muro” que dijo edificar en las fronteras de EEUU. La radicalización de medidas “proteccionistas”, del cierre de fronteras, la repatriación de los indocumentados, la exacerbación del racismo. Son todos detalles preocupantes para las comunidades que habitan suelo norteamericano, pero también para los países del mundo que sospechan que el relacionamiento con EEUU con un gobierno de Trump podría ser potencialmente más duro, conflictivo.
De alguna manera  el análisis comparativo con nuestro país recuerda lo que denomináramos en 2015 “la campaña del miedo” en alusión a las operaciones de uno y otro equipo para desestimar el accionar del contrario. Es así como se desenvuelve la campaña política de ambos. El miedo viene siendo un recurso de poder en política, no solo en nuestro país. Pareciera que no se trata sólo de adversarios políticos sino más que eso. Por momentos, enemigos íntimos. La necesidad de diferenciarse radicaliza los modos.
Se suponía que tras la designación formal de candidatos, en las respectivas convenciones de Demócratas y Republicanos, ambos “moderarían” sus discursos, a fin de convocar a sectores indecisos, aquellos que hasta último momento sostienen dudas sobre su voto y que pueden a generar la inclinación necesaria para una victoria, no obstante no parece ser el caso. Se trata de dos figuras muy fuertes, cada una con imagen definida  dentro del espectro social, político. Y más aún, cada una dispuesta a liderar la batalla en la carrera por el sillón presidencial.
En los últimos días las encuestas -que al principio se mostraban cautelosas en dar ventajas descollantes para uno u otro candidato, siempre sosteniendo mejor posicionamiento para Clinton, solo ocasionalmente mejor posicionado  Trump- hablan de la caída de Donald Trump en su performance.
Se sostiene, desde la presente perspectiva, que probablemente sea Clinton la que se quede con la victoria. Existen datos culturales que pueden pesar efectivamente en la decisión final.
Por supuesto, no podemos sino sólo especular y esperar ver la efectiva realidad en el desarrollo del poder que desplieguen en el ejercicio del cargo. Se sospecha que Clinton tendría una mejor relación con países latinoamericanos, no así Trump. Pero es solo una aproximación a la que arribamos por sus dichos y discursos en esta campaña, sólo la práctica nos dará manifestaciones reales de los cambios que traerán para EEUU y para el mundo la gestión del que logre la victoria en noviembre.  
Lo alarmante de alguna forma es lo que expresa Trump respecto a la exaltación de un nacionalismo radicalizado, vertiendo culpas claras a una comunidad de inmigrantes y personas de color que tienen un considerable peso en la sociedad norteamericana. Sin embargo encuentra asidero en aquellos seguidores que lo eligen por sobre Clinton. Y esto es lo que resulta corriendo el velo que esconde las problemáticas de los EEUU en conjunción con una lucha que lleva desde la aparición de la noción del “choque de civilizaciones” que lo ha llevado a desplegar fuerzas militares en varios territorios e intentar defender el propio de las amenazas y ataques terroristas.
No vivimos un mundo seguro, EEUU tiene responsabilidad en ello,  a pesar de que ninguno de los candidatos actuales a presidir el país lo reconozca. De todas formas, deberán enfrentarlo tras el logro de la victoria. Y en ello están los ojos del mundo atentos.




lunes, 15 de agosto de 2016

Crisis de identidad (y de representación como resultado)



La situación de los dos partidos políticos históricos de nuestro país, es compleja. Se trata de quienes han sabido conseguir gobernar a nivel nacional y dirigir al conjunto de los argentinos planteando de alguna manera “la primer grieta política” en términos de diferenciación ideológica de sectores, que hoy están sorprendentemente en la misma situación y sin embargo en diferentes instancias.
El Partido Justicialista arrastra la derrota electoral que le valió el puesto actual de oposición, aunque desdibujada. Busca reformularse, re editar viejas consignas y volver a levantar banderas para la próxima batalla electoral que espera mucho más de lo que por ahora demuestran. El planteo es la búsqueda de una figura que realmente represente la renovación del partido.
 La Unión Cívica Radical, por su parte, tras una victoria que lo catapultó de nuevo a instancias de poder y sin embargo no consigue hacerla plenamente suya o al menos no mostrarse plenamente parte del oficialismo. El gobierno es de Cambiemos, donde solo es un vértice del triángulo de gestión.
Es paradójico situar a ambos partidos en una instancia de recomposición de identidad a pesar de su distinta posición en el escenario político. Se trata de una instancia que debe sortear cada partido partiendo desde condiciones diferentes. Aunque ninguno parece tener fácil el camino de transformación y redefinición.
Unos por no estar habituados a la calidad de oposición, otros por tener sus propias complicaciones en la experiencia, en una gestión que además (como “agravante”) al ser producto de una alianza resulta siempre en el desarrollo del gobierno conflictivo llevar adelante acuerdos internos para la toma de decisiones.  
El aumento de tarifas que abarca a todos los ciudadanos implica el ahogo en términos económicos a todos los sectores sociales, por supuesto los más vulnerables lo sufren aún más, pero el sector medio también levanta sus voces en contra de la medida. Y ello hace que la intención de representación de un oficialismo que contiene tres aristas políticas en su interior se repliegue cada espacio en sí mismo para redefinirse. Autodeterminarse en el medio de una alianza con otros espacios. Máxime si existen nociones como las apuntadas por el propio Ricardo Alfonsín (UCR) respecto de la fallas en la comunicación interna o bien la falta de escucha a sus voces dentro del conjunto Cambiemos.  
En este momento paradigmático podríamos ver que tanto el PJ como la UCR intentan continuar en el ambiente político sin desdibujar sus propias fronteras. Volver a las bases es siempre un buen consejo, pero cuando las mismas están también desdibujadas, tanto como para decidir en las urnas por una alianza que contiene incluso a un partido nuevo, casi inexperto en gestión como el PRO para el gobierno en la instancia nacional, significa -cuanto menos- la necesidad de un replanteo más profundo al interior de los históricos que hoy se debaten el presente y futuro de sus fuerzas políticas.
Siempre las crisis de identidad del partido se reflejan en crisis de representación. Para ello el debate al interior de cada fuerza política debe ser profundo,  si quieren dar continuidad al mismo y presentarse de nuevo a la batalla por el poder que anhelan. 





martes, 9 de agosto de 2016

Marcha y contra marcha en gestión, voluntaria o impuesta al calor social.


Marcha y contramarcha es la política del gobierno. Necesitan reformular instancias económicas. “La pesada herencia” no alcanza a explicar los “modos” de la nueva gestión. La sociedad está atenta, dispuesta a defender derechos. Los medios acompañan en la atención y la gestión. La justicia también busca respuestas.
La polémica está dada en función de las formas de “la reformulación tarifaria”. No se trata solo de cambio, se trata de los bolsillos que no soportan los ajustes económicos. La estrategia debería ser mejor planteada. No basta con sólo cambiar los conceptos, el ajuste se siente igual.
Queda esperar que se den las explicaciones necesarias de los costos por los cuales el aumento de los servicios fue dado, la confianza en que la justicia podía apoyar la medida oficialista ya fue vulnerada. Sin explicaciones mediante, audiencias públicas de calidad, se vuelve más compleja la situación de aprobación. Se entiende el discurso pero faltan datos que no han sido dados. Y es necesario un acuerdo político integral para dar legitimidad a las medidas. Hacerlas de ese modo, de alguna manera “soportables”.
Surgen más denuncias e investigaciones acerca de malos manejos en la gestión pasada. Y esa pareciera ser la estrategia “a mano” para las explicaciones de las políticas en esta gestión implementadas. Pero no se sostiene, dado que los aumentos superan las expectativas brindadas a la gestión del Cambio. Cuesta creer que todo estuvo mal.
Para muchos analistas conforma la contramarcha y el reconocimiento de errores, mientras para otros esto debilita al mismo gobierno que no define con pasos certeros su posición. No ayuda a la consolidación de una gobernabilidad que se muestre estabilizada.
A meses de la asunción pareciera ser que el traspaso aún está en camino, sigue siendo el kirchnerismo tema de debate social. Denuncias de por medio, los medios de comunicación sustentan la ventaja comparativa a favor de la gestión Macri. Mientras, a la espera de la llegada de inversiones que recompongan las arcas enflaquecidas, el gobierno intenta mejorar al menos la comunicación para configurar sin decirlo, un nuevo relato. Una nueva perspectiva de país.
Lo problemático de toda esta circunstancia es que no ayuda la situación económica. Si fuera por esto, el cambio sería más llevadero y el gobierno podría respirar y descansar sobre rieles favorables. Mientras la economía no acompañe se vuelve evidente la conflictividad social.
La verdadera gobernabilidad es dada por varios factores, pero se manifiesta en lo tangible, en lo que sentimos y podemos materializar. Lo que es real a nuestra percepción. Que el sueldo “alcance” para cubrir nuestras necesidades básicas es un factor. Generar ello brinda oportunidad al gobierno de conceder buena expectativa sobre la gestión realizada y legitimidad más allá de las urnas.
Las preguntas son: nos queda esperar que la situación económica se resuelva, ¿cómo?, ¿cuándo será?. Es exclusiva competencia de esta gestión de gobierno que –aun no habiéndola tenido fácil una vez a cargo, tras seis meses de estar en gestión,- debe dar necesarias y rápidas respuestas.
Mientras sigan en el ensayo y error  o bajo la necesidad de dar pasos acelerados se “salteen” gestiones importantes en el proceso del lanzamiento de una nueva medida, más difícil será lograr la aprobación de la medida en cuestión. Y la marcha y contramarcha desprestigia. Debilita.   
Por supuesto, hay que reconocerlo, la economía de nuestro país nunca fue fácil de apuntalar. Es fácil decirlo, pero en la práctica más complejo resolverlo. Se entiende. No obstante sigue siendo prioritario dar pasos firmes para avanzar de manera más estable. Corresponde a Cambiemos hacerlo, con la responsabilidad institucional que le toca a quienes ocupan el lugar de la oposición.
La responsabilidad es claramente de todos, ciudadanos incluso, pero la gestión es de Cambiemos, a esta altura ello está claro. Como se visualiza también que el clima social (al cual contribuyen muchos factores pero lo económico es casi determinante) marca los pasos de un gobierno que busca en sí mismo consolidarse.



Responsabilidades Compartidas, pero en tiempos apremiantes.



Embates internos, una Elisa Carrió inmanejable, para su propio gobierno, y externos, los gremios orquestando unidad y organizaciones sociales en pie de lucha, acompañados por el Papa que advierte situaciones complejas en nuestro país. Todo un caldo de cultivo especial para presentarnos un panorama de alerta sobre todo a los movimientos de la gestión de Mauricio Macri.
La caída de indicadores económicos como contracara de la esperanza vulnerada de la “lluvia de inversiones”, la masiva marcha por “Tierra, Techo y Trabajo” oportunamente en el día del festejo religioso, son las instancias que se presentan ante un gobierno nacional que debe plantear muy bien sus próximos pasos.
Han demostrado tener cintura política para gestionar acuerdos y es verdad que nunca es suficiente, que siempre queda mucho por hacer en un país que de manera crónica y cíclica reitera crisis económicas, políticas y sociales. Ahora difícilmente puedan pensar en estas circunstancias en la victoria en 2017, más cercano esta diciembre que suele presentarse conflictivo sobre todo en los últimos años, sobre todo después de la crisis de 2001 que terminó con un gobierno elegido democráticamente.
Referencias a golpes institucionales existen, sobre todo desde los únicos que mediáticamente saben presentarse como oposición, (además de buena parte de la izquierda de nuestro país, con aparente plan de lucha propio)  el ala política kirchnerismo. Para algunos “en retirada”, para otros buscando ese espacio vacío que no ocupa ni el gobierno ni todo el otro arco opositor disgregado.
Se habla de “organización ciudadana”, de “ganar las calles” de “bastones largos” en términos de la generación de la conflictividad social necesaria para inquietar a un gobierno que -a esta altura- comparte responsabilidades en tanto acción/gestión sobre nuestro devenir presente y próximo.
Además de la lectura de encuestas, a lo que los analistas del estado de situación socio-político prestan atención es a las manifestaciones como la de este fin de semana, donde puede verse de manera palpable que si bien existe una sociedad que no está en desconformidad con el gobierno, si lo está las medidas. Discierne lo que puede entender de las respuestas en referencia a lo administrado en la anterior gestión, de lo que puede –en función de su propia capacidad económica- solventar. Diferencia las culpas y responsabilidades pero además solicita se reviertan ciertas situaciones de ajuste a un bolsillo que soporta las cargas.
El cambio debió ser gradual, porque las costumbres son siempre fuertemente arraigadas y los cambios en ese sentido deben ser graduales. El aumento además debió respetar un proceso: audiencia pública, explicaciones de costos, acuerdos y consensos integrados. Quizás con los pasos dados la aceptación hubiese sido diferente.
La justicia por su parte no falló a favor del oficialismo, sino en defensa de un proceso formal legal y en esos términos se pide reviertan la postura quienes tomaron las medidas. Solo el gobierno deberá pagar los costos políticos de sus propios errores. Pero aún está a tiempo de oír y revertir.
Se entiende son catástrofes heredadas, pero la responsabilidad hoy le compete al equipo de Cambiemos. Para atrás, se encargará como pueda la justicia. Que tiene sus tiempos, no son los nuestros. Para el presente y hacia adelante la responsabilidad es de Cambiemos, del gobierno de Mauricio Macri y la ciudadanía que espera va ganando también las calles. En medio de una sociedad que además da muestras permanentes de la división existente, por ahora tan irremediable como insanable.
 
   


jueves, 4 de agosto de 2016

Macri Político, en medio de un sospechado devenir conflictivo.




Mucho se habla de su gestión empresaria y la del equipo armado para el gobierno con CEOs pero cuando hace negociaciones netamente políticas se lo critica, o no se hace un análisis objetivo al respecto.
Es político el accionar en ciertas circunstancias de nuestro Presidente que ha entendido el juego del "divide y reinaras" e intenta ponerlo en práctica. Lo hizo en otras oportunidades, convoca sectores con la idea de diálogo y los une a su propia fila a modo de compartir responsabilidades.
Nadie puede negar que entienda el juego. Y en vez de confrontar, como lo hiciera la gestión anterior, prefiere convocar.  Es un cambio.
Para este viernes 5 de agosto está prevista una importante reunión plenaria donde se espera la CGT defina su unión o no en torno a los reclamos elevados al gobierno nacional. Se prevé -según lo expresaron- podrían iniciar con medidas de fuerza como paro y movilización a la espera de respuestas oficialistas.
Macri atento a la inminente conflictividad sindical que podría tener repercusiones inadvertidas en el corto plazo, preparó una propuesta para tentar a los representantes aun disgregados. Se dice además que “opera” dentro del mismo bloque de gremialistas con aliados.
No obstante, la CGT insiste en plantear batalla más allá de los acuerdos, que entienden, “es parte de la deuda que mantiene el Estado con los trabajadores”. Con ello y en vistas a la unidad se vuelve evidente que los representantes gremiales se debaten entre salir a la calle o esperar signos de reacción económica y del gobierno.
Más allá de lo que resuelvan las centrales obreras, el gremio de los estatales de ATE planea activar el 11 del corriente mes un paro para exigir la reincorporación de miles de trabajadores despedidos y el cumplimiento de la ley marco de regulación del empleo estatal.
A ello se suman movilizaciones docentes en algunas provincias de nuestro territorio: Chaco, Catamarca, Misiones, Jujuy, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Buenos Aires.
Macri confió en frenar los reclamos con el plan de restitución de fondos a las obras sociales y un programa de salud ambicioso, lanzado esta misma semana.
Por su parte, los dirigentes de izquierda son más avezados, denuncian “inmovilismo” de las centrales obreras y pacto con el gobierno nacional. Expresan su preocupación por lo que indican como limite al derecho a la protesta debido al fallo de la Corte Suprema que estableciera que solo las huelgas declaradas por los sindicatos son legítimas.
Los reclamos van en torno al rechazo de los aumentos en los servicios, el pedido de apertura de paritarias y en algunos casos la continuidad en la negociación y la eliminación del impuesto a las ganancias -parte de las promesas de campaña de Cambiemos-.
Según la perspectiva de la diputada nacional Myriam Bregman, del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), proyectan “construir un polo de la izquierda y el sindicalismo combativo para que todos los trabajadores que reciben la espalda de sus sindicatos puedan enfrentar el ajuste".
En el medio de todo ello, se ve dificultosa la relación entre los representantes de los trabajadores en general, se rumorea la búsqueda de unidad de las centrales pero también tiene sus complejidades tal unificación.
Lo cierto es que es necesaria la defensa de los trabajadores, como usuarios, consumidores y de sus bolsillos. La gestión oficial por parte del Presidente en su mejor rol político debería tenerlo en cuenta, manifestándolo a través de las medidas económicas, así como los mismos representantes de las centrales que -unidos o no- no pueden desentenderse de la responsabilidad en tal defensa.

Todo conspira para eventualmente desplegar manifestaciones que pueden complicar la estabilidad del a gobernabilidad que por el momento se sostiene. Aun se esperan respuestas y está bien que así sea. Los actores gremiales y políticos todos atentos.  

martes, 2 de agosto de 2016

La posibilidad de acuerdos de cara a 2017



Muy lejano para algunos, lo cierto es que todos los actores políticos lo tienen en mente. Lo digan o no.
¿Cómo congeniar diferentes estilos? ¿Cuán posible es el acuerdo en post de formar una oposición unida, a pesar de las diferencias ideológicas o programáticas? ¿Es buena la unión de la oposición?
Es notable la dispersión de la oposición que genera la posibilidad para el gobierno de ocuparse de otras cuestiones. La económica por supuesto. Pero en cuanto quedan baches en las políticas desplegadas o espacios sin cubrir, aparece un fantasma para el temor de la gestión nacional: la oposición unida y organizada.
¿Cuán unida? Da la impresión de tratarse de la oportunidad de un instante. “Unidad ad hoc” con la meta particularísima de ganar la elección. Resulta difícil pensar en la unión de estilos diferentes, ni hablar de egos políticos particulares propios de cada político con cierta imagen que se precie. 
La unión de la oposición resultaría una pesadilla para el gobierno nacional en términos de la consolidación de una figura fuerte en la disputa por el poder político. Porque puede presentar “palos en la rueda”. Pero como contrapartida es importante la identificación de una oposición, si ésta fuera constructiva, aportando al diálogo. Lo ideal de un gobierno participativo, integral.
Massa se encuentra en pleno desarrollo de su planteo político, por supuesto pensando en 2017. Hablando con todos los actores políticos abiertos a comunicación. No descarta alianzas. En un primer momento su ligazón al gobierno nacional, el viaje junto a la comitiva presidencial a Davos fue interpretado como “sumisión” a la nueva gestión. Pronto se encargó de mostrar despegue para no quedar encasillado en términos de entrega del poder político que supo construir y que le resultó un costo político importante, tras la decisión de separarse del kirchnerismo.
Fue oportuna su separación, tanto de aquel “ismo” como del nuevo. Es que desde el principio su intención fue construir su propio espacio. Y asi lo ha hecho. Lo sostiene. Incluso en las últimas horas debió desmentir un supuesto dialogo con Máximo Kirchner. Massa tiene la responsabilidad de cuidar su propio espacio político.
A quien le sucediera lo mismo en la jurisdicción capital federal fue al actual embajador en EEUU, Martin Lousteau, quien después de enfrentar al PRO en instancia de competencia por la jefatura de gobierno y realizar una performance estupenda, que le valió el poder sentarse a hablar como par en la mesa de Macri, muchos dijeron que la designación actuó como forma de “premiar” su buena performance en elecciones. Convocarlo es de alguna forma de intentar cortar sus aspiraciones.
Lousteau decidió aceptar la designación pero tampoco resignó su espacio. Fluctúan los rumores respecto a su candidatura incluso en 2017. Habrá que ver qué sucede.
Lo interesante que sucedió fue el encuentro entre Lousteau y Massa en EEUU. Se conoció el mismo a través de una foto, y para quienes creen que “una imagen vale más que mil palabras”, esto significó polémica, a lo que el embajador expresó, “Que ese tipo de fotos se transformen en tanta repercusión me parece un síntoma de la enfermedad argentina” haciendo referencia al aluvión de rumores y especulaciones que encierran cada acción o cada imagen.
El embajador definiría sus pasos también en función de los de Lilita Carrió quien tiene sus propias aspiraciones políticas para 2017.
Macri por su parte, mide expectativas, mide imagen de figuras asociadas a su entorno. Tiene que enfrentar diciembre, diciembre siempre conflictivo, que será determinante en lo que respecta a la evaluación sobre su gobierno.
El kirchnerismo intenta despegarse de las causas que los envuelve. Pretenden defender el espacio que sostienen en la política argentina.
El peronismo en redefinición, busca el líder que le devuelva mejores perspectivas de poder.
Lo político está a la espera de la formación de frentes (alianzas, acuerdos políticos) organizados para la próxima disputa del poder en las elecciones de 2017. Lo cierto es que nada está determinado. En política todo puede pasar y aún pueden sorprendernos.
Difícil será ver a una oposición unida encolumnada detrás de una sola figura porque eso significaría resignar parte del poder construido. Poder siempre difícilmente edificado y que cada actor político cuida con mucho recelo.



lunes, 1 de agosto de 2016

El Mesías no existe



En términos políticos no existe, en el plano religioso no compete a este análisis hacer semejante declaración. En el ámbito espiritual, donde existe la fe, es -de hecho- el último lugar en el que nos queda refugiarnos para no perder la esperanza como pueblo.
En política existe la tendencia cultural en nuestro país a esperar “al salvador”, al que con magia resuelva nuestras circunstancias y nos lleve a explotar la grandeza de nuestras capacidades. No podemos dar cuenta que vivimos en el plano humano, en donde los errores son la normalidad y sea quien sea quien asuma la responsabilidad mayor del Estado necesariamente está atado a la condición humana.
No es ni más ni menos. Es humano. Y por supuesto debe resolver lo mejor posible las demandas de una ciudadanía que lo eligió y le dio legitimidad de poder en las urnas para decidir el futuro de todos nosotros.
La situación en nuestro país tiene la particularidad de necesitar a aquel salvador mesiánico, un “ungido” por la divinidad que no admite errores. Y debe tener todas las respuestas.
Es así que cuando pasan las gestiones y podemos advertir que no fueron buenas administraciones, sino por el contrario que estuvieron plagadas de irregularidades, es difícil entender por qué no lo vimos antes. O peor aún, rescatar lo ideal del discurso desplegado que tenía las mejores intenciones, se vuelve una tarea descomunal.
El intento de defensa de una gestión no es otra cosa que el temor de perder las conquistas logradas. Los avances en políticas públicas conseguidos. Por debajo de la defensa de una gestión está el intento de sostenimiento de una buena política implementada. ¿Qué pasa si la justicia de los hombres avanza sobre la cúpula de un movimiento que desplegó esas conquistas? No debería pasar nada. Debemos tener la suficiente capacidad de ver la diferencia entre los vicios humanos y lo que es beneficioso para el crecimiento de nuestra sociedad.
De todas formas, lo que está en juego es la credibilidad de un movimiento con ideas en que se creen fielmente. Está en juego la credibilidad de un sistema populista y la mancha no solo en la política en general sino la mancha en las mismas ideas. O al menos en el discurso que sostiene esas ideas. Y en este caso ¿Qué nos queda por creer?
El FpV parece querer demostrar por todos los medios que en el fondo todo se trata de política. Intentan desprenderse de situaciones que los empujan a dar explicaciones. Relativizar cuestiones de escandalosos manejos sucedidos durante sus gestiones frente al gobierno nacional. Buscan resaltar lo conseguido estableciendo como contrapartida la situación compleja económica que vivimos en estas horas. Apuestan a medir a la ex Presidenta a fin de que con la confianza puesta en ella poder remontar la instancia de devastación en la que se hallan.
El Peronismo en general busca la nueva figura que rescate al partido. Un nuevo Mesías que resuelva y aglutine. Vuelva a ordenar a la tropa. Cristina no, pareciera ser el concepto.
El Frente Renovador pivotea sin abandonar el poder propio conseguido y sostenido sobre todo en el Congreso. Trabajando también como todos, para 2017.  
Y Cambiemos a la espera de la llegada de inversiones se sostiene en el plan que lo beneficia, intenta consolidar el discurso y la comunicación del gobierno. Mantiene la esperanza del cambio. Soporta los embates de los ámbitos conflictivos que presentan batalla y suelen dar paso y contrapaso de acuerdo al calor del clima social. Que es el que direcciona la política. En el fondo, lo esperable. En este tiempo sigue siendo favorecido por la comparación con la gestión k.
Cada cuadro sosteniendo lo que cree. Buscando la aprobación política necesaria para el sostenimiento del poder político que los mantiene en vigencia.
El pensamiento mesiánico hace que los ciudadanos esperemos más de quienes nos gobiernan. Y comentan la menor cantidad de errores posible. Lo ideal es que no cometan errores, se trata de nuestro presente y futuro, de nuestro patrimonio.
Quizás es hora de plantearnos la inexistencia de las soluciones mágicas. La inexistencia del “salvador” político. No se trata de expiar culpas, responsables deben pagar lo que corresponda, la justicia debe actuar para ello. Pero quitar el velo de la búsqueda de ”el Mesías político” puede ayudarnos a hacer un avance político determinante. Una evolución en el pensamiento y en la práctica. Es hora.


Comunicación Política como Herramienta de impacto.


La comunicación política es la herramienta más importante de toda gestión. La utilización inteligente de la misma puede evitar costos políticos innecesarios. 
Mucho hemos hablado de los “inconvenientes” presentados en esta gestión de gobierno en términos de comunicación. Un gobierno que intenta reflejar diferencias respecto del anterior, en comunicación es un aspecto.
Desde el principio el planteo fue el de dejar “las cadenas” que fueron ícono del gobierno de Cristina Fernández, sobre todo en el último tramo de su gestión. Y generar el acercamiento con los periodistas como contrapartida al estilo de la ex mandataria. “Nos hemos reconciliado con el periodismo” era la frase del mismo Mauricio Macri en su primera conferencia de prensa.
Se evidencia, además, que esta gestión -a veces quizás perdida en el afán de la diferenciación-  comete ciertos errores de comunicación que le son costosas. El costo político siempre refiere a que la ciudadanía rechaza la mala comunicación, la rechaza quitando un poco del crédito dado a la gestión. Y en tiempos en que la comunicación lo es todo, es necesario plantearse seriamente en qué se falla. No saber comunicar (el qué y cómo) puede generar costos innecesarios.
Los medios son el puente, el discurso es el que tiene que estar bien armado, bien organizado a fin de trascender al mismo medio. Hacer que impacte en la sociedad teniendo en cuenta los efectos deseados.
La gestión k supo tener de especial oradora a la ex Presidenta y depositó en ella buena parte de la decisión sobre qué y cómo desarrollar este aspecto comunicativo. Fue también lo que de algún modo llegó a “hastiar” a la ciudadanía, sobre todo por las largas horas de discurso y lo reiterado del uso de la herramienta constitucional.
Macri intenta ahora reformular su estilo. Por sobre las críticas a las pautadas entrevistas, la conformidad que da ver que el Presidente vuelve a hablar con los medios y acepta preguntas por parte de los periodistas es suficiente después de años de no darse esta situación. “Lo bueno es que habla con los medios” es lo que subyace a  todo lo que vamos viendo.
 Este aspecto del “cambio” satisface a algunos mientras a otros los deja disconformes, por supuesto. Es que hablar con los medios no es lo mismo que hablar a los medios. Y en ese feedback que debería generarse deberían estar las respuestas de quienes nos gobiernan sobre los reclamos que elevamos como ciudadanía. El momento es sumamente importante por esto.
Efectivamente, no todo es el discurso, la gobernabilidad depende de muchos factores, y por mas discurso que exista -llámese discurso, relato o nueva mirada de la realidad política de nuestro país-  las medidas económicas tienen sus propios efectos. Sean estos deseados o no. Por tanto importa el discurso, claramente, pero además las medidas económicas acordes con lo que el discurso expresa. Y si están en correlación directa: discurso – practica es la situación ideal.
En nuestro país se da que Macri demuestra su intento por perfeccionar su estilo de comunicación al tiempo que Cristina Fernández modifica en algunos aspectos su propio estilo.
Cristina Fernández vuelve a hablar con los medios. Recibe medios internacionales. Habla en los locales. Para quienes le son “fieles”, por supuesto, pero ha hablado. También ha pautado sus entrevistas, como es común que así sea. Tiene un discurso sereno, pero plantea batalla. Resalta condiciones de su propio gobierno, aquellas que le son beneficiosas, mientras en comparación con la nueva gestión critica las medidas económicas que han tenido impactos negativos en la sociedad.
Claramente, sin decirlo, busca volver al llano. Más allá de la defensa mediática que de algún modo era necesario que encarara, además cuenta su propia disponibilidad para volver a medirse en términos de su propio futuro político.
En muchas oportunidades se ha hecho referencia a la retórica utilizada por la ex mandataria emulando o intentado imitar la de Eva Duarte. Es un carácter que tuvo efectos favorables en otros tiempos y que ella podía rescatar imprimiendo su propio sello.  
Macri, por su parte, debe enfrentar y definir su propio estilo. Se muestra tranquilo, parsimonioso, y cordial en sus momentos de entrevistas. Debe mostrar calma y seguridad, más esperanza en su gestión. Es lo que debe transmitir, en lo dicho y en lo gestual.
Ambos representan claramente dos estilos diferentes respecto a los estilos de la comunicación política que desarrollan. Ni bueno ni malo uno u otro, solo diferentes. Lo bueno o malo en todo caso será juzgado por algo que excede este análisis  y tiene que ver con la llegada efectiva a los ciudadanos. Y el reflejo de esto se da de manera manifiesta -tarde o temprano- en las urnas.