domingo, 2 de octubre de 2016

Colombia sin paz


El acuerdo de paz que no fue aceptado por el pueblo deja abierto el interrogante acerca del futuro próximo lleno de incertidumbre de un país que sufre años de violencia extrema.
No se puede construir la paz sin el pueblo y el Presidente Manuel Santos lo sabe, “para que la paz sea estable y duradera es necesaria la aprobación del pueblo”. Convocó a un plebiscito que terminó sellando la negativa de buena parte de la población a los términos del acuerdo que se firmara entre el gobierno y las FARC hace unos días y suscitara tantas expectativas internacionales y algunas a nivel interno.
El oficialismo esperaba que ganara el sí, confiaba en que las expectativas por la paz superarían los recuerdos cercanos y las heridas abiertas tras años de enfrentamientos y dolor de quienes fueron víctimas directas e indirectas del accionar de la guerrilla colombiana.
Ahora la victoria del no obliga a replantear la negociación, la incertidumbre por parte del gobierno tras el fallido intento expresa hoy la necesidad de considerar la voz del pueblo y trazar nuevas negociaciones tomando nota de lo que el no expresó en las urnas.
Sumamente polarizado el país se dividió básicamente entre quienes consideran no estar en contra de la paz en si sino de los términos según los cuales se indultaba a los responsables guerrilleros casi sin sanción alguna y con la posibilidad de dejarlos participar de la arena política y aquellos quienes preferían olvidar el pasado y plantear un nuevo estado de situación a partir del acuerdo. Ambos polos con razones suficientes y válidas para defender sus posturas.
La campaña del si no tuvo el impacto necesario. No logró entusiasmar a la mayoría. La campaña del no -comandada principalmente por el ex presidente Álvaro Uribe- hoy oposición al gobierno de Santos tuvo mayor impacto dando los resultados que hoy conocemos.
El plebiscito era para dar legitimidad a las negociaciones que el gobierno llevó adelante. Las encuestas anticipaban una tenue victoria con una intención de voto positivo. Se hablaba desde el gobierno acerca de la posibilidad del retorno al conflicto armado en caso de que el resultado le fuera adverso. Y los críticos solicitaban la renegociación de los puntos más polémicos del acuerdo. Como la “Justicia transicional” según la cual los responsables insurgentes no serían juzgados por sus actos y las penas previstas no contemplaban condenas a prisión. La amnistía y el indulto era la medida para los combatientes mientras los responsables de crímenes más aberrantes debían cumplir con trabajos sociales. Además, se contempla la posibilidad de que los guerrilleros ingresaran formalmente a la arena política garantizando a través del acuerdo diez escaños garantizados para los próximos años en el Congreso Nacional.
El propio Papa Francisco se mostró favoreciendo el acuerdo enunciando su consideración hacia la labor de Santos en las gestiones realizadas en contrapartida de quienes para él arriesgaban todo para continuar en la guerra. No bastó para cambiar el curso de las cosas.
Ahora resta esperar como sigue y que final pueden darle a esta historia. El desafío sigue siendo cómo cerrar las heridas y construir un sistema democrático a partir de las ruinas. Cómo pensar en el futuro de provecho dejando atrás el pasado de terror. Lo moral y lo político se enfrentan a la realidad y chocan al momento de dar resolución al conflicto violento.

Nadie negaría que los acuerdos de paz son necesarios para vivir en sociedad, pero ¿cómo negociar con quienes han causado tanto daño social? Los colombianos pidieron en las urnas revisar el acuerdo, esto podríamos traducirlo en el reclamo directo al gobierno de mayor dureza en las sanciones para una porción amplia y poderosa de la misma comunidad que decidió vivir por años siendo combatiente del orden establecido y en su paso afectó para siempre la vida en Colombia, un país que busca paz y no la consigue conquistar. 

Medidas de fuerza contra el gobierno nacional: Ciudadanía Rehén.


Correr el eje de debate es la mejor manera de eludir responsabilidades. Hablar de la legitimidad de un reclamo en función de la legitimidad de sus representantes, los dirigentes gremiales, pone de manifiesto que siguen sin importar los mismos, los más vulnerables.
No se trata de una gestión puntual, se trata de necesidades insatisfechas de familias que necesitan respuestas de manera mas que imperiosa.
Salieron a la calle buena parte de los trabajadores a manifestar reclamos varios en contra de las medidas del gobierno nacional. Solicitan básicamente reapertura de paritarias. El gobierno ya expresó que no va a ceder. Y se plantean varias cuestiones, el equipo de gobierno respondio ayer al paro Marcos Peña fue el encargado de esgrimir sus comentarios al respecto a la prensa. Hablo de canales de dialogo que no se agotaron. Hablo de una medida que para ellos no tiene justificación en tanto que no se agotaron las instancias de dialogo con el gobierno. Y creo que de lleno surge como discusión la representatividad de quienes llevaron adelante la medida como representantes de los trabajadores o parte de los trabajadores.
Se pone hace un tiempo ya por parte de algunos medios algunos analistas la legitimidad de un reclamo en funcion de por un lado no agotar las instancias de dialogo con el gobierno nacional como te decía y por otro lado la verdadera legitimidad de algunos (porque tampoco es cuestión de poner a todos en la misma bolsa) algunos dirigentes gremiales que presentan ciertos como decirlo ciertos inconvenientes en cuanto a la justificación de sus ingresos y tambien en cuanto al tiempo que hace que ejercen el cargo de representantes gremiales.
Por alguna razón y yo creo que es valido pensarlo la CGT se unifica en un triunvirato conformado por “caras nuevas” –entre comillas- cada uno como del riñon o muy cercano a los viejos dirigentes caló Barrionuevo y moyano
Vuelvo a decirlo, la representatividad es lo que esta en discusión de los gremios y sin embargo los reclamos sociales tambien tienen su cuota de realidad y validez. Poner solo el foco en la representatividad en estos términos o en lo que decíamos el lunes de la expectativa por la convocatoria es realmente jugar un juego político de intereses políticos que no resuelve el problema de fondo que el un reclamo a partir de una necesasidad real. Existente.
Este jueves se espera la Reunión cgt - gobiernos. Piden reforma de ganancias. Dicen los rumores varios que El gobierno no piensa dar las rtas que se esperan. Te acordas hugo cuando decíamos que las primeras señales que daba el gobierno nacional respecto de los compromisos que había asumido en campaña como por ejemplo claro el tema de ganancias de subir el minimo imponible y aclarábamos que debíamos esperar el verdadero impacto de aquellas promesas.
Se suponía que se subiría el piso mas de lo que realmente finalmente succederá. No termina significando el cambio cualitativo que se esperaba y deja muchas decepciones en el medio.
Dicen tambien que la cgt podría acordar bono de fin de año con algun otra medida en este mismo tenor y podría detener sus propias medidas de fuerza con esto.

Que dicen muchos analistas y comparto: Anunciar paro sin fecha es claramente extorcivo. La medida de ayer para muchos resultara extorsiva para el gobierno nacional por supuesto en tanto se deslegitima el reclamo. Las formas el corte de calles es otro de los motivos por el cual se deslegitima la protesta. Sin embargo las necesidades existen realmente y tanto gobierno como sectores sociales en lucha deben encontrar un camino para resolverlos pensando mas en esas necesidades que en los intereses políticos en juego.
Los paros generan daños. Los servicios que no se prestan pone de rehenes a los ciudadanos
Hay malestar pero queremos dirigentes creibles y ya no cortes y paros

Ni sobre estimar ni estigmatizar, visibilizar y asumir el problema.




No importa el error metodológico, en porcentajes puede significar más o menos cantidad de habitantes en situación de pobreza/ indigencia en nuestro país pero en términos realmente significativos se trata de ciudadanos padeciendo necesidades. ¿Dónde ponemos el foco de discusión?
Conocidos los números del INDEC, Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de nuestro país que viene intentado recomponer su propia situación critica, fue intervenido durante el último mandato de Cristina Fernández y desde entonces perdió no solo miembros técnicos importantes sino el prestigio que supo tener en otras épocas, además que dejó de dar índices claros acerca de la performance de nuestro país en ámbitos tan sensibles como el económico-social. Conocidos los nuevos números, fueron claras las alertas lanzadas al ámbito político desde esos datos. No obstante la política como responsable elige buscar responsables más que dar soluciones, respuestas claras a la demanda más acuciante.
Del lado de la gestión anterior eligen apuntar como el único responsable a la gestión actual, ésta elige hablar aun de herencia y en medio el ciudadano consciente que sabe que definitivamente existen responsabilidades compartidas. Es más, todo el arco político debe hacerse responsable del estado de situación actual. Pero más importante que ello, es necesario que mientras la justicia haga su trabajo la política de soluciones.
Se esperaba que el discurso del Presidente en conferencia de prensa en Olivos el día miércoles 28 de septiembre se tradujera en la definición de algunas instancias, sobre todo las que restan por venir, pensando en un diciembre cercano. Un diciembre siempre conflictivo, sobre todo en los últimos años, tanto que nos invita a pensar en la potencialidad de explosión de la conflictividad social en esas fechas.
Pero se perdió la oportunidad de poner verdaderos paños fríos sobre los números que con margen de error metodológico o no, circunstancia por otra parte absolutamente normal para cualquier proceso de medición, máxime de este tipo de mediciones, de todas maneras puntos más, puntos menos arroja datos que ponen sobre la mesa las deudas pendientes de “la política” y los políticos de nuestro país.

Es necesario que se definan líneas que desemboquen en impactos positivos  más inmediatos. Aquellos números (32,2 pobreza; 6% indigencia)  desmontan años de mentira y demuestran la falla en la visión más social de nuestra economía. Los fríos números reflejan una deuda pendiente como sociedad y deberíamos enfrentarla como tal. Pero sobre todo reclama acciones más rápidas, reflejos oportunos para poder revertir un poco esa sensación de no estar siendo atendidas. Después de todo, la ciudadanía ya no desconoce hoy, ni quienes lo dicen en voz alta ni quienes prefieren hacerlo en voz baja, la responsabilidad de la gestión que se fue, pero no deja de ver tampoco la responsabilidad de la presente. Y si esta “no tan nueva” gestión nacional quiere realmente ponerse a prueba, debe ser más contundente con aquellos sectores que hoy más que antes están -no “estigmatizados” sino- visibilizados. 

Malvinas, el traspié y la sensibilidad a flor de piel.


Se trata de una herida abierta para nuestro país que lleva a cuestas varias sin resolver. En este caso, aparece quizás como un intento de dar un mensaje a nuestro país desde un foro internacional, dejando más sabor a malentendidos y polémica que certezas.
El Presidente Mauricio Macri tuvo su primera oportunidad para esclarecer a través de su discurso en la ONU, Organización que encuentra reunidos a los mandatarios de los países miembros esta semana en Estados Unidos, los pilares fundamentales de su política exterior. Pero lo que podría haber sido visto solo de manera positiva tuvo consecuencias –seguramente incluso para la gestión M- inesperadas.
Tras el discurso propiamente dicho y el encuentro de nuestro Presidente y la Premier británica Theresa May, Macri habló con medios a los cuales les dijo que las conversaciones sobre la soberanía nacional de las Islas estaba “muy avanzada”. Inmediatamente trascendido este comentario inició un espiral de rumores y comentarios sobre un tema sumamente sensible para nuestro país. Recuperar las Islas Malvinas seguramente sería un inconmensurable baluarte para cualquier gobierno. Uno que lo catapultaría a la historia.
Pero muy lejos está esa intención de deseo de las conversaciones reales. Tal es así que después de toda la polémica por aquella declaración nuestra canciller, Susana Malcorra se apresuró a negar la situación, algunos dicen más rápida de reflejos que nuestro mandatario, intentando resolver de antemano una cuestión diplomática que podría haberse tornado conflictiva poniendo en juego, además su propia candidatura dentro del Organismo de Naciones Unidas. Más tarde el mismo Presidente volvería tras sus pasos en sus dichos, relativizando los mismos. Y es que fue un disparador que generó repercusiones mundiales, no solo de los países involucrados sino también en las Islas.
De todo el episodio podemos concluir en primer lugar que esta discusión sigue siendo un tema de agenda, vigente. Como contrapartida a la falta de resolución existe la intención de no entregar las banderas de lucha por la soberanía. Estas que se reivindican y sobre las que se declara lucha inclaudicable, tanto de las Islas como del sector antártico.
Es tan sensible que resulta que hablar sin miramientos sobre Malvinas –uno de los pocos puntos en los que se puede hablar de un acuerdo que trasciende los partidos- y pensar que iba a ser gratuito o peor, que iba a pasar sin mayor escándalo por el simple y repetido recurso de ningunear el tema, es casi una confesión de carencias propias, más que un ejercicio de astucia.
Es ya un rasgo constitutivo del gobierno de Macri este “estilo” de hacer política, estos  modos siempre equívocos, que parecen subestimar la política desde una pretendida “simpleza”, que en rigor parece poco prudente, casi de amateur. Y es que la política es siempre mucho más que el discurso. Y a la vez las repercusiones del discurso siempre deben ser entendidas como insospechadas. Por ello es bueno ser claro, mejorar la comunicación. Concentrarse y ubicarse en tiempo y espacio al momento de hablar. Las consecuencias inesperadas de lo que uno dice pueden ser mejor previstas y contenidas con la correcta mirada política tanto del interior de nuestro país como de países vecinos.
En el medio se proyecta la oportunidad de la oposición siempre alerta para apuntar a los errores. El aprovechamiento político de los espacios no abarcados por la gestión Cambiemos.

No está claro si fue un error de interpretación de los dichos del Presidente o fue un grosero error de perspectiva política a secas, lo que sí está claro es que fue una polémica innecesaria. Tendríamos que estar abocándonos solo al discurso en sí, a la propuesta del mismo que por su parte tampoco fue revelador en cuanto a la perspectiva política exterior, pero este hecho tomó protagonismo en un escenario que tiene varias aristas complejas para un gobierno nacional que sigue sin ocupar el centro de “la política” como protagonista descollante, dando más incertidumbres o muestras de fallas que respuestas a las demandas conflictivas que le tocan resolver. Podríamos esperar algunos meses más para ver si finalmente se entiende el lugar que ocupan, en el amplio sentido del enunciado.  

¿Por qué el problema es político?


A esta altura es fácil reconocer que la interconexión es explicita, lo económico influye en lo político y en lo social, lo político se mueve al calor de lo económico y social y lo social provee de clima a lo político desde lo económico. Los tres factores se condicionan de manera inevitable.
En nuestro país de forma exacerbada se reproduce este proceso, dejando en manos de los resultados efectivos económicos la suerte de los gobiernos. Todo depende de cómo pilotee el equipo al país en momentos turbulentos. Las declaraciones y acciones del mismo generan la confianza o la quita del apoyo necesario para avanzar.
En esta instancia el problema es político porque hubo un cambio de gestión que implicó (e implica) un nuevo modo comunicacional pero más profundo aun, una nueva mirada política. Es una gestión que busca a su modo encauzar internamente a nuestro país de manera distinta a la anterior y pararlo respecto al mundo también de modo diferente.
En el plano interno, las conquistas sociales son difíciles de erradicar, para ello no hay discurso que valga, ni hechos de corrupción que legitimen la eliminación de -por ejemplo- asistencia social del Estado a un país que lo necesita. La necesidad es clave en la operación, no se puede simplemente eliminar la asistencia social a sectores vulnerables sin darles otras herramientas validas de contención.
Seguramente en los planes de Macri está la noción del Estado más ligero, “liberal” y como contrapartida se encontró con un Estado engrosado hasta el rebasamiento de sus propias capacidades económicas para sostenerse. Y el problema político aparece una y otra vez dado que la idea (a la que podemos arribar en función de más especulaciones y análisis de los movimientos dados en términos económicos, porque hasta el día de la fecha no han presentado un plan económico formal) de “achicar el Estado” no se traduce de manera directa a la forma correcta, sin conflictos de hacerlo. 
Ejemplo claro de esto es lo sucedido con las tarifas de gas, para las cuales el gobierno nacional intentó saltar el paso constitucionalmente previsto para su tratamiento, avanzó en los aumentos y sufrió el revés judicial que retrocedió los mismos generando prácticamente caos e incertidumbre respecto a lo que el consumidor debía abonar. El gobierno se escudó detrás de los tiempos apremiantes, pero no dio cuenta de que no se puede simplemente tocar el bolsillo ciudadano. Hoy más que nunca las alertas están puestas sobre una nueva gestión tras los hechos conocidos de su antecesora.
Y poder que no se ocupa o no se ejerce termina siendo arrebatado por quien pueda -con capacidad técnica/operativa- usufructuarlo. La mirada política es la única que puede resolver la situación, los cambios deben ser graduales, no inmediatos. Difícilmente consiga sostener la aprobación una gestión que no lo entienda. Detrás de los números de las distintas mediciones económicas hay vidas, algo que el equipo de los CEOs devenidos en funcionarios no pueden perder de vista. Y Macri debe poder convertirse en el líder que se espera que sea como Presidente de esta siempre conflictiva nación.



La medida del cambio


A propósito de la situación actual del gobierno nacional a nueve meses de su gestión, viniendo oportunamente a tiempo con las definiciones acerca de la relación de éste con uno de los actores socio políticos de nuestro país como son los sindicatos, se analiza la medida del cambio.
Fue uno de los motores de la campaña y dieron nombre a la alianza que los llevara al poder en 2015 “Cambiemos”. Supieron leer el contexto y la necesidad del momento con el lema propuesto. Lograron la victoria que ahora les reclama visualizar los cambios que están dispuestos realmente a generar en una sociedad que plantea varias aristas complejas.
Y es que los cambios culturales que necesitamos son más difíciles que sólo el planteo en el discurso. Se trata de cuestiones más profundas y enredadas, así como enraizadas.
Cambiar solo formas y no fondos es solo maquillar el cambio. Cumplir con lo superficial del cambio, no lo sustancial.
El agotamiento del modelo en las formas un tanto prepotentes o dominantes en demasía -algo que significó que muchos analistas hablaran de autoritarismo por parte de la ex mandataria- sumado a la mala lectura del contexto que hicieron y las decisiones sobre los candidatos, más las estrategias de campaña todo lo que les dio el resultado que obtuvieron, la derrota por supuesto. Esta derrota que se llevó puestos a varios candidatos y al peronismo que aun hoy busca recomponerse tras el shock y pensar en el futuro.
Mauricio Macri se plantea desde el inicio de su gestión mostrar permanentemente el cambio de formas, su acercamiento y dialogo con gobernadores y periodistas es muestra de ello. Pero hoy el análisis pasa por ¿Cuál es el cambio real y el que la ciudadanía pidió? Votamos “Cambiemos” pero nunca definimos qué ni cómo.
Los argentinos votamos por cambiar las formas, los modos de conducción política intolerantes, confrontativos que arengaba a una grieta social que nos dividió, los modos algo autoritarios de los discursos y acciones del kirchnerismo. Esto, sin lugar a dudas, pero en términos de perspectiva económica nadie estaría dispuesto a volver a los 90. La memoria reconoce que fueron años de aparente buena ventura económica que terminó siendo superfluo, una burbuja. Desembocando finalmente en la crisis tan profunda de 2001. Dando claras muestras de aquella superficialidad en la que vivimos.
El gobierno se debate en si mismo qué cosas y como cambiar. Es bueno reconocer que esta gestión solo puede iniciar (o intentar hacerlo) rompiendo una punta del iceberg. Las transformaciones sociales no son automáticas más alla de que si inician desde una situación que advertimos como critica de nuestras circunstancias.
Como primer paso la verdadera voluntad política para iniciarlo. El cómo es otra de las cuestiones a abordar, seguramente tiene que ser en dialogo multisectorial y participativo para generar los acuerdos necesarios. Consensos.
La decisión hoy está en manos de Cambiemos, que por momentos parece demostrar vocación de dialogo y perspectiva de ampliar el margen de responsabilidades sobre los hechos conflictivos que debemos resolver como sociedad. Habrá que ver hasta donde realmente se abre el dialogo y si podemos realmente construir consensos. Y si esto de “Responsabilidades Compartidas” esbozado por el Presidente en sus discursos no es solo una estratagema política para no llevarse todas las culpas en caso de que “salga mal”.


lunes, 12 de septiembre de 2016

Refugiados


Es un tema del que se habla poco o en ámbitos aun reducidos. Pero viene a plantear nuevas circunstancias conflictivas, para un gobierno nacional que tiene varios frentes abiertos.
En tiempos en que deberíamos ser ya efectivamente “habitantes del mundo”, nos debatimos sobre cómo controlar la llegada de aquellos que quieren habitar suelo argentino. Y no es nuevo tampoco el debate acerca de la inmigración.
Argentina ha sido receptora de inmigrantes desde su conformación como Nación. Aunque este contexto actual parece complejizar aún más la situación. Recibir a miles de Sirios es parte de un acuerdo con EEUU por parte del Poder Ejecutivo de nuestro país, refugiados que padecen la guerra, aquella que los deja solo con incertidumbre de vida. Para su presente y su futuro, para ellos y sus familias.
El planteo viene a ser polémico en tanto recibirlos requiere de toda una infraestructura y una logística especial. No es solo dejarlos entrar al territorio nacional sino mucho más que eso. Es viviendas, trabajo, inserción a una sociedad que por estos momentos se replantea toda su circunstancia y principios. Poco serio resultaría que los trajéramos, los dejáramos ingresar y los dejáramos librados a su suerte en el territorio nacional.
El significado de la voluntad de ayuda humanitaria es mucho más profundo y solicita una atención más allá de lo frio de la letra del acuerdo. Implica además un nuevo foco de tensión que puede generarse entre gobierno y oposición, teniendo en cuenta que ésta reclama soluciones a las demandas insatisfechas de buena parte de la sociedad (que ya habita este suelo). Hay problemas de empleo, problemas de inseguridad, problemas de viviendas que van a hacerse oír también en esta instancia.
En el plano interno el Gobierno busca el respaldo político de las provincias para sustenta el plan destinada a dar refugio a 3000 sirios. La intención es que los gobernadores coordinen con Casa Rosada el apoyo logístico necesario más programas de empleo y vivienda para los que vendrán.
El Presidente Mauricio Macri prevé modificar el decreto 3915/2014 del gobierno de Cristina Fernández que creara el Plan Siria, para poder incluir a los gobiernos provinciales en el programa. Esto formaría parte de las “responsabilidades compartidas” señaladas reiteradamente por el mandatario en sus discursos.
En forma paralela a la asistencia de gobernadores en la Cancillería se trabaja para coordinar esfuerzos con apoyo externo. Argentina recibiría asistencia en materia de seguridad de agencias de inteligencia de Estados Unidos y la Unión Europea al tiempo que la Organización Internacional para las Migraciones aportarían apoyo logístico en todo el entramado del procedimiento.
El temor está asimismo planteado en términos de ataques terroristas, es un temor del ningún país y por supuesto el nuestro tampoco esta exento.
Claramente es un tema de ayuda humanitaria y tenemos una sociedad absolutamente solidaria siempre lo demuestra, pero (existen varios peros en esta situación) por toda lo complejidad que conlleva y lo que significaría para nuestro país actualmente con tantas cuestiones conflictivas por enfrentar, resultará un nuevo desafío para el gobierno nacional y para nuestra sociedad en su conjunto. Como siempre existen quienes aprueban la medida y quienes se oponen a la misma, cada uno con sus razones siempre válidas. Resolver esta circunstancia (y el cómo se resuelva) plantea el conflicto nuevo, bajo responsabilidad de la gestión Cambiemos.


martes, 6 de septiembre de 2016

Macri tiene mejor panorama afuera que adentro.


Mientras más elogios recibe de sus pares externos, como Obama, Presidente de los Estados Unidos, quien le brindó su apoyo por las medidas tomadas en esta gestión de gobierno, más oposición encuentra dentro de las fronteras de nuestro país.
Por estas horas se visibiliza una imagen más fuerte de Sergio Massa como “el opositor” haciendo quizás que detrás de sí se encolumne al menos buena parte de la oposición desperdigada. Y Macri lo sabe, por eso también responde a los dichos del representante del FR respecto a las importaciones. Tuvieron un entredicho mediático en función de los dichos de Massa de su posición de eliminar importaciones que afecten a las Pymes. El Presidente lo tildó de “hablar por hablar”.
“Ni proteccionistas ni populistas”. Habló Macri en instancias de su disertación como partícipe del G20. Es difícil la medida de cuánto bien o cuánto mal hacen los dichos de Barack Obama en todo este entramado político de nuestro país. Un país acostumbrado a la oposición histórica por experiencia histórica- política al país del norte. Argentina tiene la costumbre de ver todo lo de afuera con ojos muy atentos a lo que se viene porque efectivamente en “el post” no nos ha ido muy bien. Es normal que prime la desconfianza.
Sin embargo y a pesar de que adentro de nuestras fronteras no sea del todo bien percibida la mirada positiva como alentadora en esa felicitación por parte de Obama, afuera es bueno. Que el Presidente de los EEUU nos elogie, afuera es bueno.
Macri remarcó en la Cumbre que "en la Argentina ya dejamos atrás el aislacionismo que obstaculizaba nuestra integración con el mundo", en referencia directa por supuesto a la gestión k que fue criticada por la opción más regional y por momentos casi exclusiva con Venezuela que tuvimos durante  la gestión de los gobiernos tanto de Néstor como de Cristina, pero sobre todo en las gestiones de la ex mandataria.
El Presidente consideró que ha impulsado "cambios revolucionarios" y también que el país dejó atrás "años de populismo". "Hemos lanzado también una fuerte lucha contra la corrupción y un programa de energías renovables", aseveró.
La mirada hacia el populismo en términos peyorativos parece ser la perspectiva rectora no solo sobre nuestra experiencia sino aparece como la noción sobre Latinoamérica de este último tiempo.
Se instaura erróneamente la mala imagen y se genera confusión acerca de un aspecto que tiene que ver con un modelo político, un régimen populista en este caso, en función de relacionarlo con los hechos de corrupción y malversaciones varias que pueden existir en cualquier tipo de gobierno, no necesaria y suficientemente en un estilo populista.
Brasil, Chile, Bolivia, Venezuela, Argentina parecen ser los casos oportunos por los errores cometidos en los sucesivos gobiernos pasados que fueron catalogados populistas por las medidas económicas implementadas y esto confluye a aportar a la mala imagen de los populismos en general.
En el ánimo de convocar el aplauso de pares mandatarios se aporta a confundir conceptos, confundir situaciones y correr el verdadero eje de discusión que debe ser el de la corrupción que se instaura en nuestras sociedades más como algo cultural que como político estrictamente hablando. Más productivo sería clarificar las situaciones, refiriendo a aquello que es necesario erradicar de todas los ámbitos de nuestra vida social como lo es la corrupción, sobre todo en estas instancias donde la mirada del mundo puede prestarnos atención. Discusiones que nos debemos y merecemos, como siempre.


Ganar la calle


Es la consigna política para demostrar poder en el espacio visible.

De nuevo, el estilo de protesta que siempre hemos utilizado, vuelve a ser protagonista. La oposición a esta gestión de gobierno nacional se organizó para el reclamo -aunque aparenta ser una organización solo oportuna y conveniente, más allá del mismo la unión de fuerzas real es un poco más compleja y aparece como menos probable-.
Hoy es el acto central y cierre de la denominada “Marcha Federal” que comenzó el miércoles desde distintos puntos del país, uniendo provincias a su paso, motorizada por dos CTA (conducidas por Micheli y Yasky) a las que se suman: el kirchnerismo, organizaciones sociales afines, partidos de izquierda y camioneros de  Pablo Moyano. 
Podemos plantear al menos dos maneras de verlo en lo inmediato: por un lado la existencia real y evidente de la conflictividad social, creciente, que no parece demostrar resolución pronta. Llamado de atención para la gobernabilidad. Por otro, el mero uso de esa conflictividad social para demostrar una instancia más de la lucha por el poder político. Eterno e innegable conflicto de intereses.  Como analistas o como ciudadanos podemos pararnos en cualquiera de las perspectivas y seguramente no estaremos equivocados.
Necesariamente detrás de cada medida  de fuerza existe la oportunidad para que la oposición avance haciendo suyo un reclamo que sobrepasa su función, incluso supera la representación que pueda hacer la oposición de los reclamos.
Ganar las calles es lo que da a la lucha social visibilidad, mientras la cantidad de manifestantes que convoque le medida se traduce en el apoyo, la adhesión a la forma de protesta y a los reclamos vertidos en ella. Además las figuras que encabezan los actos, como representantes gremiales y dirigentes sociales, también aportan su cuota de legitimidad a todo el procedimiento.
Es evidente que no ha habido acuerdo en la unidad del planteo de lucha para este día, lo que habla de cómo juega la política en toda esta circunstancia.
Dialogo versus actitud dura respecto a la protesta, otra vieja discusión jamás saldada. Y es que sea cual fuere la actitud que tome el gobierno nacional al respecto, actuar en contra de la marcha o no, sin dudas será cuestionado. El gobierno teme los costos políticos. Prefiere dejar hacer y esperar el impacto, las repercusiones post que “lo orienten” sobre cómo actuar en cada caso.
El diálogo debería ser la respuesta a las problemáticas, sin embargo también se encuentra complejizado en tanto los sectores (Gobierno- Oposición) realmente tienen visiones enfrentadas. La parte del reclamo por supuesto que va a requerir paritarias, aumentos de sueldo, demás condiciones laborales más favorables y el gobierno dice no estar en condiciones de acceder a esto. Resulta que el oficialismo prefiere dejar que se desarrolle la protesta para medir la misma y ver si se accede o no a los reclamos.
En cada instancia de reclamos al gobierno actual se reedita la figura de derecha / izquierda pero se utiliza de manera radicalizada para exponer que el otro desde el lugar que ocupa en el espacio político no puede ver las razones del que está en la vereda de enfrente. Se pide abiertamente la cabeza del gobierno. En el discurso que por suerte no tiene tanta repercusión pero no hace bien el discurso en estos términos. Pone en tela de juicio el respeto por la institucionalidad de nuestro país. Y por la elección de miles de ciudadanos. De alguna manera reconocer la identidad del otro como contrincante político pero no enemigo íntimo y además conservar los resguardos democráticos podrían llegar a hacer la diferencia.
Ojala el conflicto se resuelva de la mejor manera y que los sectores, cada parte, obtenga respuestas a sus demandas de la manera más beneficiosa posible. Los acuerdos son necesarios para la estabilización de nuestro país. 



Pensando en 2017


Desde el gobierno, quienes tienen a cargo pensar en 2017, se dice que  intentan resaltar la situación política confusa, dividir aguas a fin de reinar, que la oposición no se articule y encolumne detrás de una sola imagen -que podría reunir las fuerzas detrás de sí y disputar el “premio mayor” (PEN) en 2019-.
El próximo año representa la fecha de la elección “de medio término”. Se renuevan: la mitad de cámara de diputados, un tercio del senado. Significa la primera medición elocuente, señal clara de la repercusión social de las acciones de la gestión oficialista. Se define cuánto  apoyo real conserva el gobierno nacional al tiempo que posicionan a figuras de la oposición para nuevas batallas electorales próximas.  
Se movilizan las provincias, ponen en marcha sus propios aparatos electorales y marcan sus presencias en el plano de gobierno, teniendo la responsabilidad de presentar los candidatos que ocuparan las respectivas bancas en el Congreso Nacional. Reconfiguran el espacio político y determinan ubicaciones en este ámbito. Se definen algunas fronteras. Las elecciones pueden ser vistas como las instancias donde las negociaciones se visualizan y las estrategias se despliegan, pero sobre todo el juego político se clarifica.
Existe por parte del gobierno nacional la necesidad de obtener buena performance en el territorio argentino en general, pero al menos no perder los espacios de poder conseguidos tras las generales de 2015. Capital Federal y Provincia de Buenos Aires son bastiones importantes.
Los resultados divididos son sinónimo de que ninguno destacarse, resaltar, descollar, por tanto quedaría abierta la oportunidad de seguir trabajando para el futuro próximo comicio.
Surge además –al no tener mayoría que legisle de manera “automática”- la necesidad de aceitar los canales de negociación siempre complejos dentro del Parlamento para poder desarrollar el “plan” de la nueva gestión en el gobierno. Por ello las conversaciones con los gobernadores ha sido un factor importante, como mecanismo de generación de acuerdos.
El uso de la idea del federalismo como una herramienta para generar el acuerdo social con los gobernadores viene siendo oportuno. Existe un acuerdo básico por concertar: generar gobernabilidad. Pero la idea del gobierno de Mauricio Macri es arribar a acuerdos por temas, para ello abrir mesas de diálogo (otra promesa de campaña que se toma su tiempo de realización efectiva). Se espera que tanto ésta como el avance sobre una nueva perspectiva y labor respecto al profundo significado del Federalismo sean los ejes que delineen las acciones de esta gestión de gobierno.
Que se supere la instancia del uso como metodología oportuna del federalismo en el discurso para “disfrazar” meras estrategias de próximas campañas teniendo como motivo primordial subyacente la necesidad de la gobernabilidad, es una oportunidad para la administración M. Por el momento, es una expresión de deseo.
Hay una propuesta de dividir la matanza en cuatro jurisdicciones, planean además conquistar a stolbizer a fin de que esta no se alie a massa. La quieren a Carrio para la provincia de bsas desde cambiemos y la discusión con ella esta planteada tambien por que no define si va a acceder al pedido del gobierno.
El peronismo por otro lado mide tambien sus candidatos.
Massa que tambien coquetea y define su perfil como uno de los mejor posicionados para el año que viene.
Estamos en un país en el que todo puede cambiar asi es que esto de decimos hoy mañana puede ser distinto, no obstante lo analizaremos

Las instancias electorales son momentos especiales para desplegar análisis y reflexiones varias. Pueden clarificarnos un poco el panorama y nos evidencian cuánta aceptación real tienen las diferentes gestiones políticas, cada cual ocupando su rol en el ámbito político: oposición – oficialismo. Pero básicamente es la medida que tomará el  gobierno nacional para saber si su gestión va por buen sendero o no. Máxime si quiere sostener los resortes del poder que hoy, gracias a las urnas en 2015, ostenta.




sábado, 27 de agosto de 2016

Argentina, un país que necesita pensarse


 (Y siempre es buena la oportunidad para hacerlo).
En términos de debates pendientes siempre está el futuro que queremos para nuestro país. Ahí es donde no parece haber acuerdo. O al menos la resolución post discusión parece no superar la instancia en la que nos encontramos.
¿Nos quedamos con el  discurso político que plantea algo distinto a las respuestas sobre nuestros recursos? o ¿queremos que la justicia avance para descubrir la verdad?
Solo una pregunta, ¿hasta dónde damos el debate profundo que merecemos?
La utilización de los Derechos Humanos como escudo para evitar ir a la justicia a dar explicaciones. O la utilización de una base de sustentación militante que sostiene e intenta rebatir toda denuncia, todo argumento distinto a aquel que sea en beneficio de los líderes políticos que los convocan, defensa ciega porque no se trata solo de denunciar, en muchos casos hay evidencia más clara al respecto.
¿Estamos en condiciones de plantear las resoluciones a nuestros propios problemas sociales?
Como sociedad no podemos continuar eligiendo malos representantes. Ello habla decididamente de una de las discusiones que debemos darnos a nosotros mismos y en las elecciones que hacemos, los representantes que nos damos. Lo que elegimos en las urnas. ¿No hay opción? ¿Realmente no la hay?
Hablamos de confianza en algunos candidatos para algunas instancias no así para ejercer el cargo Presidencial, cabeza del Ejecutivo Nacional. Suena por momentos contradictorio. No obstante es lo que razonamos al momento de depositar el voto en las urnas. Así como otros factores que analizamos, por supuesto.
Creo que el no tener un partido organizado, con historia política detrás juega mucho en contra. El PRO tuvo al radicalismo y a la coalición cívica con quienes supo constituir una alianza que lo llevó, los llevó, a la victoria.
¿Hasta dónde damos el debate reflexivo que socialmente nos debemos?  los partidos políticos tienen su propia cuota de responsabilidad también en darlo, son parte de la sociedad.
Los mismos partidos políticos que hoy tenemos se replantean sus propias identidades internas en función de la necesidad impuesta de re definirse. Una imposición dada por desdibujarse tanto. Las instancias electorales parecen presentar la necesidad de alianzas y esto difumina las fronteras.
Parece claramente que la discusión social hoy se plantea de manera azarosa, no permanente ni profunda. Sobre la justicia, sobre la política, sobre las organizaciones sociales, sobre lo económico, la reforma constitucional electoral, sobre el futuro de la educación en nuestro país, o la salud. Son temas abiertos a discusión, los vamos dando a medida que se van presentando denuncias o hechos a investigar por la justicia o casos de dudosa moralidad para el acervo social. Sin embargo no podemos darle resolución porque en muchos casos nos supera la situación. Nos supera una grieta que no parece tener cierre claro. Al menos no en términos de fecha cierta de recomposición.
No parece haber un líder que hoy plantee la aceptación de la mayoría que sería un factor importante dada la sociedad que tenemos acostumbrada al seguimiento de un líder. La aparición de éste podría ser el factor unificador. Convocante. Uno que nos lleve a creer de nuevo en la potencialidad y lo bello de la política. Como lo fue para muchos analistas las primeras instancias del propio Néstor Kirchner.
Necesitamos un líder que no termine enfermándose con el poder y por el poder, desarrollando desde el mismo acciones ajenas a la defensa real de nuestros intereses. Es necesario. Mientras, los debates esperan.



El dilema del Cambio


A veces hablamos desde información directa, conocida públicamente a través de los medios, publicada en los medios, otras recurrimos a rumores en función de que también son información pero no tienen reconocimiento publico por parte de los involucrados y

Muy pronto para abandonar el barco, aunque quizás “cambiar las caras” pueda resultar positivo,  un lavado de imagen a la gestión, no obstante significaría reconocer de algún modo que el plantel de gestión más importante de los últimos años no dio resultado. Un dilema tremendo para los pocos, (quizás suficientes) meses de gestión de la era M.
Se dice que en los últimos días, dos de los ministros más importantes del equipo de gobierno habrían intentado elevar sus respectivas renuncias y dejar sus cargos, se trata del Ministro de Energía de la Nación, Juan José Aranguren y el Ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay.
La situación de los denominados “tarifazos” de los servicios públicos resuelto por la Corte Suprema, la obligación de las audiencias públicas a las que el gobierno había sido totalmente renuente  y las denuncias hacia el propio ministro de la cartera por su vínculo con Shell, con las sospechas sobre los beneficios que habría brindado en este sentido, han sido polémicas fuertes para el gobierno nacional. Se convirtieron en pesadas mochilas para la gestión, dejando de manera irremediable la noción de haber padecido una derrota política que podría haber sido evitada.
Por su parte, se dice que Alfonso Prat Gay no mantiene buena relación con el Jefe de Gabinete Marcos Peña, que no participaría de la mesa de decisiones del gobierno y que no se ajusta al instructivo de conversación con los medios que intenta desplegar la gestión. Por todo ello su situación también se ve desdibujada dentro del conjunto.
Ambos Ministros parecen no tener buena comunicación sino sólo coincidir en no sentirse cómodos en sus funciones, por lo cual habrían presentado sus declinaciones, pero ellas no fueron aceptadas por Mauricio Macri, quien tiene la potestad de relevarlos.
A esta altura, muchos podrían razonar que la modificación en el equipo ejecutivo podría dar un nuevo impulso a la gestión, pero los temores sobre los costos políticos de cada movimiento son medidos con suma importancia.
Me parece que el gobierno terminó siendo victima de la frase que utilizaron en campaña y que les dio el nombre como alianza política y es cambiemos. La sociedad reclama los cambios. Los que no los votaron repudian los cambios respecto de la gestión anterior y ellos mismos dan cuenta de que los cambios son mucho mas difíciles que lo que plantearon al principio.
Se muestran esperanzados de poder hacerlos aun pero hay una situación social que los obliga permanentemente a mostrarse distintos. Y lo son.
Respecto a la situación de los ministros, Mantenerlos en sus cargos resulta para el oficialismo lo menos perjudicial. Resolver las internas y volver a repensar las políticas implementadas a fin de sostener el apoyo social y la esperanza generada en la opinión pública es la intención que subyace a cada nuevo paso.
Después de todo, son importantes las figuras que ostentan los cargos públicos, sus condiciones, sus aptitudes para el desenvolvimiento eficiente en los mismos pero lo más importante es la perspectiva política de cada medida lanzada. Parece seguir costándoles mostrar la cara social en ellas y esto es incluso más determinante que las propias figuras en los ministerios.
El Cambio parece ser hoy el dilema. Y el mismo se podría resolver con el cambio de perspectiva. Las medidas deben ajustarse a las demandas sociales que por estas horas son muchas y el “temido diciembre” está cerca.



¿Se viene la oposición a Gildo Infrán?


Los rumores hablan de que éste sería el próximo paso de Cambiemos, intentar "posicionar" al actual Ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile en la provincia, para medirlo a fin de que se haga espacio con miras en primera instancia a 2017. Pero el verdadero propósito es llegar a 2019 con otras pretensiones.  Candidato a la gobernación, seguramente.
Es sabido que el Gildo Insfrán no tiene la complacencia del gobierno nacional. Una de las cuestiones que plantea la gestión Macri respecto del cambio es la modificación de reglas electorales que en la provincia rigen. La reelección indefinida es un tema de debate que parece ser un bastión provincial que –sin embargo- el gobierno local estaría dispuesto a ceder. Se dice que habría habido conversaciones al respecto.
Se presume que lo logrado hace unos días en la Provincia de Buenos Aires se replique en otros puntos del país, erradicando una de las consignas que parece ir en contra de la democracia misma como lo es  la posibilidad abierta a la reelección indefinida.
La ley de lemas representa el otro elemento electoral que se supone podría ser eliminado. Al menos desde el oficialismo nacional, sobre todo desde el ala radical de la coalición gobernante, se reclama.
Es llamativo el surgimiento de ciertas denuncias en las últimas horas, acerca de la habilitación por parte del gobierno provincial a cientos de ciudadanos paraguayos para el cobro de jubilaciones, presentando los mismos direcciones falsas como lugares de residencia. Se cree que esto formó parte de un circuito en el que tras el cobro de la pensión jubilatoria se habilitaba también la participación en los comicios con la emisión de los respectivos votos.
Es sabido que las herramientas electorales en vigencia siempre tienen influencia y repercusión en el propio desarrollo de los comicios y en los resultados. Se entiende que modificándolas se generan nuevos resultados, un “barajar y dar de nuevo”. Se espera poder modificarlas para no solo aggiornar al país en su totalidad en términos de los tiempos que corren sino además restar poder a un gobierno que lleva sus años en gestión en la provincia.  
Más allá de las reglas formales de las elecciones, todo lo que tiene que ver con lo informal, lo que está por fuera del propio régimen electoral es un detalle para nada menor. Lo que hace a la propia idiosincrasia local, claro, pero además como condimento todo lo relacionado con el aparato de gestión que se activa de manera aparentemente irremediable en épocas electorales. Una maquina muy bien aceitada que registra las funciones de cada engranaje en su funcionamiento.
A todo esto ya ha dado frente Ricardo Buryaile en al menos dos oportunidades. Ahora con el apoyo nacional cree poder tener una nueva chance. Veremos.  Lo que si se puede decir sin temor a equivocarse es que para ganar Formosa, hay que CONOCER la Provincia... es un dato no menor para el candidato que ansia obtener la victoria. Y no se trata de solo una frase hecha ni evidente sino de un amplio y profundo conocimiento. 
No parece facil ni siquiera potencialmente probable que Insfran pierda en caso de que se postule nuevamente en 2019, sobre todo despues de ganar con el margen con el que suele hacerlo. 
Habrá que ver los movimientos, las estrategias, las modificaciones si es que existieran en los factores electorales y el contexto nacional para una fecha que aun esta muy lejos. 

jueves, 18 de agosto de 2016

“El Populismo”, mal visto


Todas las teorías representan un ideal, el éxito de la “bajada” a la práctica está ligado a infinidad de factores coadyuvantes. El problema termina siendo más profundo que el modelo implementado.
El contexto y la idiosincrasia del lugar, marcan el estilo del  populismo, lo caracteriza. Aunque no hay una forma univoca de definirlo sino más bien siempre polémica entorno su consideración.
¿Qué es? Un sistema político que sin distinción de la vieja y conocida noción de izquierdas y derechas cumple con la tendencia a propugnar la defensa de todos los intereses del pueblo. No hace distinción ideológica sino más bien se trata de procedimientos, toma de medidas concretas. Algunos plantean que no llega a ser un sistema, que resulta sólo una “tendencia política”.
El concepto en si tiene un uso en términos peyorativos que no le corresponde. Se ha llegado a hablar del populismo como “el mal de los Estados contemporáneos de nuestra América Latina”. Y para algunos no constituye un sistema político en términos académicos, aunque puede verse de esta forma en  tanto va presentando un conjunto de normas que guardan relación entre si. Se entiende que todo intervencionismo estatal, toda implementación de medidas antielitistas, de igualdad de oportunidades, movilidad social ascendente, todo surgimiento de líderes políticos carismáticos etc. son elementos de este tipo de sistemas.
Los detractores son aquellos que ven en todo lo “popular” sinónimo de atraso en términos de evolución social. Lo que señalan como despectivo es la tendencia a masificación, la detentación del poder de un líder que se convierte en “el líder de culto” al cual se rinde pleitesía. Se entiende que se genera un circulo vicioso donde todo queda en manos –sobre todo y porque se da en sistemas presidencialistas- de una persona, el Poder Ejecutivo que termina haciendo demagogia, aquella distorsión de la democracia que denunciara Aristóteles. Y el pueblo por costumbre, por convicción, por necesidad sigue dando el apoyo electoral en las oportunidades que se presentan.
Todos los sistemas políticos generan costumbre y sobre esta se despliegan con holgura ya que se reproducen sin inconvenientes. Cada tanto puede entrar en crisis, por alguna circunstancia que le interrumpa el habitual desenvolvimiento, no obstante generalmente puede  recomponerse, “tapar el bache”, readaptarse y continuar.
Lo que sin dudas genera es una amplia base de sustentación, producto de la defensa que se hace desde los más débiles que siempre son mayoría dentro de la pirámide social, quienes por conveniencia económica y beneficios personales sostienen a quienes amparan continuar con el modelo. Es bueno intentar entender la perspectiva de quien de no tener expectativas de repente las logra, y tiene potencialidades de ascenso social, a través de la educación o mejora en la calidad de vida para sí y su familia.
El sistema se vuelve perverso en otros términos, cuando los líderes se adueñan de los resortes del poder y acumulan los mismos en sus manos, cuando se “ceban”  y obnubilan producto del poder que abarcan y detentan y desvirtúan la consideración teórica positiva del populismo.
Su propia base de sustentación puede revisar las condiciones y hasta intentar cambiar lo negativo, quizás cambiar al líder sin modificar la esencia del sistema que es la defensa de los intereses del pueblo de todos los modos posibles.  
Lo rico de los análisis generales es entender que las teorías pueden sufrir modificaciones en la práctica. Que no es perfecta, aunque perfectible. Que no necesariamente populismo debe ser asimilado a lo negativo que puede generar tal tendencia. Que sea cual fuere el sistema que implementemos está relacionado con la idiosincrasia que tenemos. Centrarnos en la crítica al régimen populista en sí es correr el eje de la verdadera discusión que deberíamos darnos.
El problema real consiste en la distorsión que hacemos en la práctica de los modelos que podrían resultarnos beneficiosos en caso de no introducir en su implementación vicios: corrupción, malversación, clientelismo, demagogia. O la utilización para beneficios personales de quienes detentan el poder, lejos del planteo del bien para el pueblo.

Mejor sería poder establecer pautas de convivencia consensuadas tras debates sociales profundos y continuos. Mientras no lo hagamos, todos los sistemas que implementemos pueden caer en los vicios propios de una sociedad que no define sus nortes.  En estas consideraciones se entiende que la cuestión es mucho más profunda y reclama debate reflexivo al respecto. 

martes, 16 de agosto de 2016

Estados Unidos, no sólo una carrera por la Presidencia.




Los hitos históricos representan un antes y un después en el transcurrir de los tiempos. Esta campaña y la victoria de cualquiera de los dos candidatos a Presidir el país del norte, significarán seguramente un verdadero antes y después, no sólo para los Estados Unidos.
Como lo fuera el caso de la primera elección lograda por Obama, sobre esta campaña y próximas elecciones -previstas para noviembre de 2016- se tejen un sin fin de especulaciones respecto a cada candidato y las medidas políticas / económicas que podría llevar adelante.
Las fortalezas y debilidades de los candidatos son muchas, entre las más relevantes se critica el accionar de la ex Secretaria de Estado respecto a las tropas en Irak, en 2003 votó a favor de la invasión a ese país. Es una, entre otras cuestiones en las que se ha visto involucrada que han restado credibilidad. No obstante, es de resaltar que por primera vez logra una candidatura presidencial una mujer en ese país. Mérito propio seguro, es una mujer de reconocida trayectoria dentro del ámbito político, pero también resulta del apoyo de otras mujeres que manifiestan en ella identidad y por supuesto la cuestión de género se resignifica allí donde en este aspecto están mucho más atrasados que en nuestro caso, dichos de la misma actual primera  dama, Michelle Obama en su visita a la argentina.
Donald Trump tiene lo suyo, es visto como el empresario que incursiona en política, plantea una serie de polémicas medidas como lo es “el muro” que dijo edificar en las fronteras de EEUU. La radicalización de medidas “proteccionistas”, del cierre de fronteras, la repatriación de los indocumentados, la exacerbación del racismo. Son todos detalles preocupantes para las comunidades que habitan suelo norteamericano, pero también para los países del mundo que sospechan que el relacionamiento con EEUU con un gobierno de Trump podría ser potencialmente más duro, conflictivo.
De alguna manera  el análisis comparativo con nuestro país recuerda lo que denomináramos en 2015 “la campaña del miedo” en alusión a las operaciones de uno y otro equipo para desestimar el accionar del contrario. Es así como se desenvuelve la campaña política de ambos. El miedo viene siendo un recurso de poder en política, no solo en nuestro país. Pareciera que no se trata sólo de adversarios políticos sino más que eso. Por momentos, enemigos íntimos. La necesidad de diferenciarse radicaliza los modos.
Se suponía que tras la designación formal de candidatos, en las respectivas convenciones de Demócratas y Republicanos, ambos “moderarían” sus discursos, a fin de convocar a sectores indecisos, aquellos que hasta último momento sostienen dudas sobre su voto y que pueden a generar la inclinación necesaria para una victoria, no obstante no parece ser el caso. Se trata de dos figuras muy fuertes, cada una con imagen definida  dentro del espectro social, político. Y más aún, cada una dispuesta a liderar la batalla en la carrera por el sillón presidencial.
En los últimos días las encuestas -que al principio se mostraban cautelosas en dar ventajas descollantes para uno u otro candidato, siempre sosteniendo mejor posicionamiento para Clinton, solo ocasionalmente mejor posicionado  Trump- hablan de la caída de Donald Trump en su performance.
Se sostiene, desde la presente perspectiva, que probablemente sea Clinton la que se quede con la victoria. Existen datos culturales que pueden pesar efectivamente en la decisión final.
Por supuesto, no podemos sino sólo especular y esperar ver la efectiva realidad en el desarrollo del poder que desplieguen en el ejercicio del cargo. Se sospecha que Clinton tendría una mejor relación con países latinoamericanos, no así Trump. Pero es solo una aproximación a la que arribamos por sus dichos y discursos en esta campaña, sólo la práctica nos dará manifestaciones reales de los cambios que traerán para EEUU y para el mundo la gestión del que logre la victoria en noviembre.  
Lo alarmante de alguna forma es lo que expresa Trump respecto a la exaltación de un nacionalismo radicalizado, vertiendo culpas claras a una comunidad de inmigrantes y personas de color que tienen un considerable peso en la sociedad norteamericana. Sin embargo encuentra asidero en aquellos seguidores que lo eligen por sobre Clinton. Y esto es lo que resulta corriendo el velo que esconde las problemáticas de los EEUU en conjunción con una lucha que lleva desde la aparición de la noción del “choque de civilizaciones” que lo ha llevado a desplegar fuerzas militares en varios territorios e intentar defender el propio de las amenazas y ataques terroristas.
No vivimos un mundo seguro, EEUU tiene responsabilidad en ello,  a pesar de que ninguno de los candidatos actuales a presidir el país lo reconozca. De todas formas, deberán enfrentarlo tras el logro de la victoria. Y en ello están los ojos del mundo atentos.




lunes, 15 de agosto de 2016

Crisis de identidad (y de representación como resultado)



La situación de los dos partidos políticos históricos de nuestro país, es compleja. Se trata de quienes han sabido conseguir gobernar a nivel nacional y dirigir al conjunto de los argentinos planteando de alguna manera “la primer grieta política” en términos de diferenciación ideológica de sectores, que hoy están sorprendentemente en la misma situación y sin embargo en diferentes instancias.
El Partido Justicialista arrastra la derrota electoral que le valió el puesto actual de oposición, aunque desdibujada. Busca reformularse, re editar viejas consignas y volver a levantar banderas para la próxima batalla electoral que espera mucho más de lo que por ahora demuestran. El planteo es la búsqueda de una figura que realmente represente la renovación del partido.
 La Unión Cívica Radical, por su parte, tras una victoria que lo catapultó de nuevo a instancias de poder y sin embargo no consigue hacerla plenamente suya o al menos no mostrarse plenamente parte del oficialismo. El gobierno es de Cambiemos, donde solo es un vértice del triángulo de gestión.
Es paradójico situar a ambos partidos en una instancia de recomposición de identidad a pesar de su distinta posición en el escenario político. Se trata de una instancia que debe sortear cada partido partiendo desde condiciones diferentes. Aunque ninguno parece tener fácil el camino de transformación y redefinición.
Unos por no estar habituados a la calidad de oposición, otros por tener sus propias complicaciones en la experiencia, en una gestión que además (como “agravante”) al ser producto de una alianza resulta siempre en el desarrollo del gobierno conflictivo llevar adelante acuerdos internos para la toma de decisiones.  
El aumento de tarifas que abarca a todos los ciudadanos implica el ahogo en términos económicos a todos los sectores sociales, por supuesto los más vulnerables lo sufren aún más, pero el sector medio también levanta sus voces en contra de la medida. Y ello hace que la intención de representación de un oficialismo que contiene tres aristas políticas en su interior se repliegue cada espacio en sí mismo para redefinirse. Autodeterminarse en el medio de una alianza con otros espacios. Máxime si existen nociones como las apuntadas por el propio Ricardo Alfonsín (UCR) respecto de la fallas en la comunicación interna o bien la falta de escucha a sus voces dentro del conjunto Cambiemos.  
En este momento paradigmático podríamos ver que tanto el PJ como la UCR intentan continuar en el ambiente político sin desdibujar sus propias fronteras. Volver a las bases es siempre un buen consejo, pero cuando las mismas están también desdibujadas, tanto como para decidir en las urnas por una alianza que contiene incluso a un partido nuevo, casi inexperto en gestión como el PRO para el gobierno en la instancia nacional, significa -cuanto menos- la necesidad de un replanteo más profundo al interior de los históricos que hoy se debaten el presente y futuro de sus fuerzas políticas.
Siempre las crisis de identidad del partido se reflejan en crisis de representación. Para ello el debate al interior de cada fuerza política debe ser profundo,  si quieren dar continuidad al mismo y presentarse de nuevo a la batalla por el poder que anhelan.