A veces hablamos
desde información directa, conocida públicamente a través de los medios,
publicada en los medios, otras recurrimos a rumores en función de que también
son información pero no tienen reconocimiento publico por parte de los
involucrados y
Muy pronto para abandonar el
barco, aunque quizás “cambiar las caras” pueda resultar positivo, un lavado de imagen a la gestión, no obstante significaría
reconocer de algún modo que el plantel de gestión más importante de los últimos
años no dio resultado. Un dilema tremendo para los pocos, (quizás suficientes)
meses de gestión de la era M.
Se dice que en los últimos días, dos
de los ministros más importantes del equipo de gobierno habrían intentado
elevar sus respectivas renuncias y dejar sus cargos, se trata del Ministro de Energía
de la Nación, Juan José Aranguren y el Ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay.
La situación de los denominados
“tarifazos” de los servicios públicos resuelto por la Corte Suprema, la
obligación de las audiencias públicas a las que el gobierno había sido
totalmente renuente y las denuncias
hacia el propio ministro de la cartera por su vínculo con Shell, con las
sospechas sobre los beneficios que habría brindado en este sentido, han sido
polémicas fuertes para el gobierno nacional. Se convirtieron en pesadas
mochilas para la gestión, dejando de manera irremediable la noción de haber
padecido una derrota política que podría haber sido evitada.
Por su parte, se dice que Alfonso
Prat Gay no mantiene buena relación con el Jefe de Gabinete Marcos Peña, que no
participaría de la mesa de decisiones del gobierno y que no se ajusta al
instructivo de conversación con los medios que intenta desplegar la gestión.
Por todo ello su situación también se ve desdibujada dentro del conjunto.
Ambos Ministros parecen no tener
buena comunicación sino sólo coincidir en no sentirse cómodos en sus funciones,
por lo cual habrían presentado sus declinaciones, pero ellas no fueron
aceptadas por Mauricio Macri, quien tiene la potestad de relevarlos.
A esta altura, muchos podrían
razonar que la modificación en el equipo ejecutivo podría dar un nuevo impulso
a la gestión, pero los temores sobre los costos políticos de cada movimiento
son medidos con suma importancia.
Me parece que el gobierno terminó
siendo victima de la frase que utilizaron en campaña y que les dio el nombre
como alianza política y es cambiemos. La sociedad reclama los cambios. Los que
no los votaron repudian los cambios respecto de la gestión anterior y ellos mismos
dan cuenta de que los cambios son mucho mas difíciles que lo que plantearon al
principio.
Se muestran esperanzados de poder
hacerlos aun pero hay una situación social que los obliga permanentemente a
mostrarse distintos. Y lo son.
Respecto a la situación de los
ministros, Mantenerlos en sus cargos resulta para el oficialismo lo menos
perjudicial. Resolver las internas y volver a repensar las políticas
implementadas a fin de sostener el apoyo social y la esperanza generada en la
opinión pública es la intención que subyace a cada nuevo paso.
Después de todo, son importantes
las figuras que ostentan los cargos públicos, sus condiciones, sus aptitudes
para el desenvolvimiento eficiente en los mismos pero lo más importante es la
perspectiva política de cada medida lanzada. Parece seguir costándoles mostrar
la cara social en ellas y esto es incluso más determinante que las propias
figuras en los ministerios.
El Cambio parece ser hoy el
dilema. Y el mismo se podría resolver con el cambio de perspectiva. Las medidas
deben ajustarse a las demandas sociales que por estas horas son muchas y el
“temido diciembre” está cerca.
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