sábado, 27 de agosto de 2016

Argentina, un país que necesita pensarse


 (Y siempre es buena la oportunidad para hacerlo).
En términos de debates pendientes siempre está el futuro que queremos para nuestro país. Ahí es donde no parece haber acuerdo. O al menos la resolución post discusión parece no superar la instancia en la que nos encontramos.
¿Nos quedamos con el  discurso político que plantea algo distinto a las respuestas sobre nuestros recursos? o ¿queremos que la justicia avance para descubrir la verdad?
Solo una pregunta, ¿hasta dónde damos el debate profundo que merecemos?
La utilización de los Derechos Humanos como escudo para evitar ir a la justicia a dar explicaciones. O la utilización de una base de sustentación militante que sostiene e intenta rebatir toda denuncia, todo argumento distinto a aquel que sea en beneficio de los líderes políticos que los convocan, defensa ciega porque no se trata solo de denunciar, en muchos casos hay evidencia más clara al respecto.
¿Estamos en condiciones de plantear las resoluciones a nuestros propios problemas sociales?
Como sociedad no podemos continuar eligiendo malos representantes. Ello habla decididamente de una de las discusiones que debemos darnos a nosotros mismos y en las elecciones que hacemos, los representantes que nos damos. Lo que elegimos en las urnas. ¿No hay opción? ¿Realmente no la hay?
Hablamos de confianza en algunos candidatos para algunas instancias no así para ejercer el cargo Presidencial, cabeza del Ejecutivo Nacional. Suena por momentos contradictorio. No obstante es lo que razonamos al momento de depositar el voto en las urnas. Así como otros factores que analizamos, por supuesto.
Creo que el no tener un partido organizado, con historia política detrás juega mucho en contra. El PRO tuvo al radicalismo y a la coalición cívica con quienes supo constituir una alianza que lo llevó, los llevó, a la victoria.
¿Hasta dónde damos el debate reflexivo que socialmente nos debemos?  los partidos políticos tienen su propia cuota de responsabilidad también en darlo, son parte de la sociedad.
Los mismos partidos políticos que hoy tenemos se replantean sus propias identidades internas en función de la necesidad impuesta de re definirse. Una imposición dada por desdibujarse tanto. Las instancias electorales parecen presentar la necesidad de alianzas y esto difumina las fronteras.
Parece claramente que la discusión social hoy se plantea de manera azarosa, no permanente ni profunda. Sobre la justicia, sobre la política, sobre las organizaciones sociales, sobre lo económico, la reforma constitucional electoral, sobre el futuro de la educación en nuestro país, o la salud. Son temas abiertos a discusión, los vamos dando a medida que se van presentando denuncias o hechos a investigar por la justicia o casos de dudosa moralidad para el acervo social. Sin embargo no podemos darle resolución porque en muchos casos nos supera la situación. Nos supera una grieta que no parece tener cierre claro. Al menos no en términos de fecha cierta de recomposición.
No parece haber un líder que hoy plantee la aceptación de la mayoría que sería un factor importante dada la sociedad que tenemos acostumbrada al seguimiento de un líder. La aparición de éste podría ser el factor unificador. Convocante. Uno que nos lleve a creer de nuevo en la potencialidad y lo bello de la política. Como lo fue para muchos analistas las primeras instancias del propio Néstor Kirchner.
Necesitamos un líder que no termine enfermándose con el poder y por el poder, desarrollando desde el mismo acciones ajenas a la defensa real de nuestros intereses. Es necesario. Mientras, los debates esperan.



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